Quienes escuchan la voz de Fátima Miranda dicen que les transporta a la India, Àfrica o Japón, porque esta cantante salmantina, más conocida en Europa que en España, emplea su voz como instrumento de viento y percusión, algo que podrá verse en el Auditòrium de Palma los días 26 y 27 de marzo. La artista presentará «ArteSonado».
El artesonado, un techo con artesones, es un adorno que se emplea en las cubiertas de determinadas arquitecturas clásicas, especialmente en la árabe. Se forma por la superposición de elementos que juntos conforman un trabajo muy vistoso. ArteSonado, por su parte, es el Arte de los Sonidos. En «ArteSonado», Fátima Miranda protagoniza un concierto espectáculo que integra tres universos: musical, visual y escénico-dramático. En escena aparece ella como única cantante-actriz, cantando a veces a capella, otras veces acompañado por un coro u orquesta virtuales.
El montaje empieza y termina con obras a capella para una sola voz. El camino que conduce desde el primer canto, de llamada e invocación, al último, de catarsis, se construye a base de tramas de dos, tres, y hasta catorce voces. A lo largo de la actuación se suceden ambientes marinos, de selvas, bazares y templos. Todo creando un tejido que permite e induce a que el espectador construya su propia historia.
Fátima Miranda viene desde 1983 realizando un trabajo de investigación en torno a la voz y a la música vocal de culturas tradicionales que la ha llevado a emplear la voz no sólo como fuente sonora del canto y del habla sino también como instrumento de viento y de percusión instalado en el propio cuerpo.
En 1988, tras muchos estudios vocales, realizados tanto en Europa como en Japón, Fátima Miranda aprendió canto diafónico mongol, que consiste en la producción simultánea de dos emisiones vocales. La cantante es capaz de cubrir un registro de cuatro octavas, reinventando y haciendo suyos todos los cantos posibles.