La galería Van der Voort acogió ayer la inauguración de una exposición de pinturas de Eduard Resbier (Barcelona, 1968), la tercera muestra individual que presenta el joven artista en la galería que dirige Cati Verdera, siempre bien recibida por los aficionados de la isla, seducidos por sus singulares imágenes, entre oníricas y realistas.
Las creaciones de Resbier, que concibe su propia abstracción en términos figurativos, es una obra ligada a los temas de la pintura clásica, próxima al realismo pero siempre en clave de esfumado, como desenfocando las imágenes para dificultar el reconocimiento de los objetos. Realizados con un notable dominio técnico, sus cuadros giran alrededor de una serie de constantes que se repiten: el mar, los paisajes urbanos insinuados, más mentales que reales, o los teatros vacíos en los que el detalle pierde interés frente al movimiento y la unidad del color. Un trabajo que ha sido definido por la crítica como próximo a las actuales poéticas neorrománticas, herederas de Friedrich, Turner y Constable.
Eduard Resbier presentó su primera exposición en 1991 en su ciudad natal. Desde entonces ha expuesto en galerías de España, Italia y Portugal. Además, ha estado presente en ferias nacionales e internacionales, como la de Arco, Turín, Colonia, Basilea, Guadalajara (México), Nueva York y Chicago. Su obra figura en las colecciones del Museo Marugame Hirai de Japón, en la del Banco de España, en la Fundació «la Caixa» y en la de la Coca Cola. Un trabajo original, evanescente, lírico y con decidida personalidad.