El bailarín y coreógrafo Antonio Gades, uno de los grandes nombres del baile español de todos los tiempos, murió ayer en Madrid, a los 67 años de edad, víctima del cáncer con el que llevaba luchando desde hace varios años. Gades, que en noviembre próximo hubiera cumplido 68 años, murió sobre las cinco de la tarde en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, en el que llevaba ingresado desde hace varias semanas. Su estado de salud se agravó el domingo pasado, cuando los médicos informaron a la familia de que el final estaba próximo. En el momento de su muerte, estaban junto a Gades su viuda, Eugenia Eiriz, y varias de sus hijas.
Antonio Esteve Ródenas, conocido como Antonio Gades, nació en el seno de una familia modesta el 16 de noviembre de 1936 en Elda (Alicante), aunque con cinco años ya vivía en Madrid, ciudad a la que llegó tras los pasos de un padre republicano y donde se fraguó un bailarín irrepetible. Por casualidad, le descubre la bailaora Pilar López, a quien debe el sobrenombre de Antonio Gades y de quien aprendió que «primero está lo ético y después lo estético».
Durante nueve años -de 1952 en adelante- permanece en su compañía, de la que llega a ser primer bailarín y recorre los principales escenarios. De 1961 es «Ensueño», su primer espectáculo de éxito. Tras una fructífera etapa en Italia, reaparece en el tablao madrileño El Corral de la Morería y se lanza al celuloide como actor en 1963 con el musical «Los tarantos», de Rovira Beleta, con quien volverá a trabajar en 1967 en «El amor brujo». Se casa en 1964 con la tonadillera y actriz Marujita Díaz, apadrinados por Luis Escobar y Lucía Bosé.
En 1969 crea su propio ballet: una cooperativa de poco más de una docena de integrantes que presenta en París y con la que mereció en 1970 el Premio Nacional de Teatro. Tras dos relaciones sentimentales fugaces en 1973 se unió a Pepa Flores «Marisol», con quien tuvo tres hijas: María, Tamara y Celia.
Tras la muerte de Franco, acepta dirigir (1978) el Ballet Nacional de España (BNE), un periodo que termina con su cese el 3 de marzo de 1980 y la disolución del ballet por carecer de entidad jurídica. Nuevos avatares sentimentales, y problemas de todo tipo le dirigen por caminos dispares durante bastantes años. Reconstruye su compañía, y el 20 de diciembre de 1994, estrena «Fuenteovejuna», su último espectáculo, una adaptación de Caballero Bonald. Candidato al Premio Príncipe de Asturias de las Artes 1997, ha recibido numerosas distinciones: Premio Nacional de Danza en su primera edición de 1988, entre muchos otros.