«Rodríguez Arias fue, antes de la Guerra Civil, el descubridor de la arquitectura rural de Eivissa para los arquitectos catalanes que tanto la defendieron después». Con estas palabras, Salvador Roig resumió ayer a Ultima Hora Ibiza y Formentera la importancia que el arquitecto catalán tuvo como promotor y avalista de los modos y formas de la arquitectura tradicional ibicenca. Para analizar su figura y su trayectoria, la sede local del Col·legi Oficial d'Arquitectes de les Illes Balears (COAIB) ha organizado a las 21,00 horas en Can Llaneres (Dalt Vila) una mesa redonda en la que, además de Roig, participarán Raimon Torres, Víctor Rahola, March Folch y Pilar Calderon. El acto está relacionado con la exposición «Cases per a un poeta, que el COAIB presenta estos días en Palma, sobre la relación que Rodríguez Arias tuvo con Pablo Neruda. Exposición que, por el momento (y pese a los intentos de los organizadores), no ha podido presentarse en Eivissa. Lo que sí podrá verse esta noche, tras la mesa redonda es el documental «Isla Negra, Illa Blanca», rodado en Eivissa y en la casa que el Premio Nobel tiene en la costa norte de Chile, hoy museo.
Aunque el acto tenga como pretexto las casas que Rodríguez Arias construyó en colaboración con Neruda, Salvador Roig apuntó que «hay que intentar hablar también de su relación con Eivissa; esa es la tarea que me han encomendado, dado el conocimiento que tengo de su obra y de su vida». Así, quien más tarde llegaría a ser el primer arquitecto municipal de la ciudad de Eivissa, fue el primer «publicista» de «una arquitectura que le subyuga y a la que más se dedican, tanto él como los arquitectos catalanes de su generación, como ejemplo construido sin arquitectos de lo que ellos defendían».
Sobre su actuación como arquitecto municipal, Roig destacó algunos aspectos relevantes. «Su actuación sirvió para poner una cierta contención en lo que eran los primeros tiempos del desarrollismo. Por ejemplo, conozco una propuesta suya para que se replantease todo lo que es ahora Ibiza Nueva, porque fue un plan parcial que se empezó a gestar cuando él estaba de arquitecto municipal. Proponía que en vez de construir edificios pantallas que tapan toda la visual de Dalt Vila, se dispusiesen de forma radial, como los dedos de una mano; de forma que entre los edificios se pudiera ver siempre la Marina y la ciudad vieja».
Su propuesta no se tuvo en cuenta. «Pero creo que es sintomática como prueba de su racionalidad. Hasta cierto punto, pues de aquella época son edificio que tienen bastante altura. Por ejemplo, el Astoria y alguno que hay en Bartolomé Rosselló, que tienen 10 o 12 plantas. Aunque hay que entender que estábamos en los años de la autarquía; Rodríguez Arias defendió que hubiese un planeamiento municipal, y después de varios intentos confluyó en el Plan del 72, que hizo después Raimon Torres, en el que se bajaron alturas. Por lo que yo sé, todo esto arranca de ahí», precisó.