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Pablo Palazuelo, Premio Velázquez de 2004, enterrado en la intimidad

AGENCIAS/ R. C.
El pintor, grabador y escultor español Pablo Palazuelo (Madrid, 1915), fallecido el jueves en su ciudad natal a los 91 años fue enterrado ayer en la intimidad en el cementerio de la localidad madrileña de Galapagar, donde está ubicada la Fundación Palazuelo, en la que se guarda el grueso de la obra de una de las figuras claves y fundamentales del arte abstracto español del siglo XX.

José Rodríguez Spiteri, sobrino del Premio Velázquez 2004 y uno de los responsables de la Fundación, apuntó que su tío «nunca se ocupó de ordenar su obra sobre papel. Ahora estamos en proceso de clasificación de la misma, en la que lo mismo se encuentra un dibujo realizado en una servilleta de un bar de París, en los años cuarenta, que bocetos de hace diez años». Obra de papel depositada en otra sede de la Fundación Palazuelo, en Madrid.

Pablo Palazuelo, que estudió arquitectura en Madrid y posteriormente en Oxford, se entregó de lleno a la pintura a partir de 1939 y gracias al apoyo de su madre. Becado por el gobierno francés, el artista se desplazó a París en 1948, donde expuso sus primeros dibujos abstractos. Allí conoció a Eduardo Chillida, con quien forjó una gran amistad y compartió inquietudes artistas.

En 1969 regresó a España donde, instalado en Cáceres, siguió experimentando con la plástica y desarrollando paralelamente su faceta como Escultor. El artista, que expuso en los principales museos europeos y americanos, recibió reconocimiento con numerosos galardones a lo largo de su carrera, entre ellos, el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1999 y el Premio Veláquez en 2004 por su trayectoria artística.

Palazuelo, que contaba con una profunda formación intelectual y era hombre de pensamiento científico, se nutría, además, de corrientes espirituales esotéricas y orientales. Acerca de la muerte expresó en una ocasión las siguientes palabras: «La vida está en todas partes y también la muerte es un proceso vital; lo que queda pudriéndose está lleno de vida. La vida no cesa ni en la muerte».

Su sobrino informó ayer que se están preparando una doble exposición en Badajoz y en el castillo de Monroy, donde Palazuelo tenía su taller.

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