El lingüista Salvador Gutiérrez ingresó ayer en la Real Academia Española (RAE) para ocupar la vacante del filósofo Julián Marías. En su discurso denunció la escasez de horas de lengua en la programación docente y ensalzó el papel mediador del profesor como garante en la trasmisión del «cofre del saber» a las generaciones posteriores. Su candidatura fue presentada por Francisco Rodríguez Adrados, Ignacio Bosque Muñoz y Luis Mateo Díez. Sustituye la vacante que dejó el filósofo Julián Marías.
«No vengo hoy a reclamar un mayor número de horas de lengua en la programación del currículo docente, aunque la situación clama al cielo pero la falta de tiempo en el aula repercute de forma instantánea en una reducción de las actividades prácticas y en un descenso de la competencia comunicativa del alumno», advirtió Gutiérrez, en un discurso titulado 'Del arte gramatical a la competencia comunicativa' en donde repasó las habilidades lingüísticas y la enseñanza de la lengua desde la Grecia clásica o el Imperio Romano.
Para Salvador Gutiérrez, el aprendizaje de las cuatro habilidades lingüísticas posee «preeminencia sobre la enseñanza teórica de la gramática» por ello se mostró en contra de adelantar la enseñanza teórica hasta que «el muchacho no haya alcanzado un nivel adecuado en estas destrezas». «No tiene sentido que niños de diez, once o doce años desperdicien con las subordinadas adverbiales el tiempo que deberían dedicar a la lectura y a la escritura», indicó.
En esta misma línea reconoció la labor de los docentes que se hallan «atravesando un período convulso en el que tienen que adaptarse a cambios sociales que se han producido en el alumnado, a una constante expansión y transformación de los conocimientos en su disciplina, así como a una desequilibrante sucesión de planes».
«En la enseñanza trabajamos en un proyecto con horizontes lejanos donde los resultados no se ven de manera inmediata», alegó el nuevo académico, para quien las nuevas generaciones no solo son depositarias de de ese «pequeño cofre de conocimientos que les permitirá mitigar el castigo de Sísifo, sino que en ellos proyectamos nuestra realización».