El poeta argentino, Juan Gelman reclamó ayer en su discurso de entrega del Premio Cervantes el cierre de las heridas y rescate de la 'memoria histórica' para poder «limpiar el pasado» y abrir las puertas a la «verdad» y la «justicia». En el transcurso de un solemne acto, presidido por los Reyes don Juan Carlos y doña Sofía en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares Gelman manifestó que «las heridas aún no están cerradas. Laten en el subsuelo de la sociedad como un cáncer sin sosiego. Su único tratamiento es la verdad», indicó tras recibir de manos del Rey Juan Carlos la medalla y la escultura que lo acreditan como ganador del galardón.
«Hoy celebro una España que no acepta las aventura bélicas y rompe clausuras sociales que hieren en la intimidad de las personas. Hoy celebro una España empeñada en rescatar su memoria histórica como único camino para construir una conciencia cívica sólida que abra las puertas al futuro.» «Ya no vivimos en la Grecia del siglo V antes de Cristo en que los ciudadanos eran obligados a olvidar por decreto. Esa clase de olvido es imposible. Bien lo sabemos en el Cono Sur», precisó.
En su discurso el poeta argentino, que ha vivido en sus carnes la tragedia de los muertos y desaparecidos durante la dictadura argentina, subrayó la desaparición de 30.000 personas durante la dictadura militar. «Cabe señalar que la palabra desaparecido es una sola pero encierra cuatro conceptos: el secuestro de ciudadanos y ciudadanas inermes, su tortura, su asesinato y la desaparición de sus restos en el fuego, en el mar o en el suelo ignoto. El Quijote me abría entonces manantiales de consuelos», recordó.
Gelman se confesó devoto de Cervantes, quien dijo, inventó la primera «novela moderna que contiene y es madre de todas las posteriores, de Kafka a Joyce». «Su modernidad no se limita a un singular universo literario. La más humana es un espejo en el que podemos aún mirarnos sin deformaciones en este siglo XXI». Se describió como un devoto de la poesía, «hoy premiada» y calificó este género de «doncella tierna y de poca edad y en todo extremo hermosa para don Quijote, doncella que, dice Cervantes en Viaje al Parnaso, puede pintar en la mitad del día, la noche y en la noche más oscura el alba bella que perlas cría...». Y tuvo un hueco para el amor, porque el Quijote es una gran «novela de amor imposible a un mundo más humano nunca visto y torpemente entrevisto, el amor a una mujer que no es y a una justicia para todos que tampoco. Son amores diferentes que se juntan en un haz de fuego», manifestó.