La galería Via 2 acogerá a las 20,30 horas de hoy martes la inauguración de la segunda exposición individual de pinturas de Àngel Lloreda, que estará abierta al público hasta el próximo 5 de julio. Para la ocasión, el artista mallorquín afincado en Eivissa ha seleccionado una treintena de obras, la mayoría de tamaño medio, aunque también incluye un políptico de 12 cuadros pequeños. Todos en clave abstracta, salvo uno: la fachada de la ex-iglesia de l'Hospitalet, a modo de homenaje a Vicent Ferrer Guasch, cuya obra (junto a la de Miquel Llabrés) el pintor reconoció como influencia.
La primera impresión que el espectador recibe con la nueva producción de Àngel Lloreda es la abundante presencia de una línea clara, salvo algunas excepciones; en contraposición a la de su anterior exposición del pasado año, en el mismo espacio de Vía Púnica. Obras realizadas con polímero de mármol y acrílico, más algún toque de acuarela; cuadros en los que el artista ha jugado con las sugerencias de las cintas adhesivas de pintor de brocha gorda para darle vuelo más o o menos simbólico a su trabajo.
Lloreda explicó ayer que su vocación artística «fue temprana»; en la adolescencia, influenciado por la afición que su madre tenía por la pintura. «Desde los 18 años he pintado, pero de manera intermitente, hasta 1970 o así», recordó Àngel Lloreda, añadiendo que hasta llegó exponer una obra en una muestra colectiva que se realizó en aquella década en el Museu d'Art Contemporani d'Eivissa (MACE).
Pero «fue unos cuatro años antes de jubilarme» (como director de Sa Nostra en Eivissa) cuando empezó a tomarse más en serio la dedicación al arte. Y lo hizo por invitación de Carles Fabregat (director artístico de Via 2), que le animó a que presentará sus creaciones en el Supermercat de l'Art, una iniciativa más del polifacético gestor cultural. Así, trazando un puente que une su adolescencia con la jubilación (entendida en el sentido que le daban los clásicos: júbilo), Lloreda se mostró satisfecho de poder entregarse con más ahínco, tiempo y voluntad a su arte personal; porque el arte de los otros ya lo atendió con creces desde su puesto en Sa Nostra, ya que fue él quien impulsó la creación de la Sala de Cultura de la entidad en Eivissa.