JULIO HERRANZ
Manel Mateu Babot (Barcelona, 1935) comenzó a meter maquetas de barcos en botellas en los 50, después de ver una exposición y apostarse a sí mismo que él también sería capaz de hacerlo. «Al principio eran muy rudimentarias; pero estando ya en Eivissa empecé a hacerlas más y más complejas, como un desafío», apuntó ayer a este periódico el paciente creativo, que hasta el próximo lunes presenta en el centro sociocultural s'Alamera (Vara de Rey) la muestra más amplia que ha hecho nunca de su colección: nada menos que 74 piezas distribuidas en varias vitrinas; completando la exposición una vitrina en la que presenta varias botellas con los pasos del proceso que Mateu hace cada vez.
Una pasión que se toma muy en serio: «Todos mis barcos los hago sobre planos»; y para ello se documenta a conciencia, como puede observarse en el catálogo de la muestra. Barcos con historia, algunos de los cuales se remontan a la época de Jaume I. «Ahora estoy haciendo un llaud grande con vela latina, el que hacia el correo a América; y el Mayflower, la primera patera de la historia, la que llevó desde Inglaterra a los que serían los padres de la patria norteamericana», ironizó Manel Mateu.
Un trabajo delicado en el que invierte mucho tiempo. «Paso horas y horas para hacer uno; pero nunca sé cuantas, porque me olvido de apuntar el día que empiezo y porque siempre hago dos barcos a la vez, pues mientras pego en uno, sigo con otra cosa en el otro. Así gano tiempo», precisó el artista, añadiendo que «nunca había hecho una exposición tan completa. Tuve dos en Sant Antoni, también con bastantes barcos, pero no tantos. Y he llevado algunos barcos dos veces a la Feria del Hobby de Barcelona», recordó.
En cuanto a proyectos, ha sido invitado a presentar algunas piezas en una exposición de maquetas que se hará en septiembre en Alicante, coincidiendo con una regata de la vuelta al mundo de veleros. «Dicen que será una de las mejores de España; y me hace ilusión participar», precisó Mateu, quien, sin embargo, no es muy amigo de mover sus barcos; «porque siempre se rompe algo». Y es que al usar botellas de cristal («plástico jamás; sería un pecado»), el riesgo es natural. «Algunas botellas son rarísimas; lo que es todo un reto meter dentro un barco. Hay bares que me guardan las que se salen de lo normal. Pero la botella que uso más, porque el cristal es buenísimo, el la de suero que utilizaban en Can Misses. Pero ahora son plástico y las de cristal las tengo que comprar; qué le vamos a hacer», concluyó el entusiasta artesano.