JULIO HERRANZ
El centro cultural de Can Ventosa acogerá a las 19,30 horas del próximo domingo 23 un concierto de Albert Pla titulado como su nuevo disco, La diferencia. Una producción de Pedro Páramo, diseño gráfico de David Sáenz de Buruaga, sonido de Kei Macias y escenografía y diseño de luces de Cube para un espectáculo en el que el singular y reconocido cantautor catalán se presenta más descarnado que de costumbre, con una puesta en escena sobria apoyada en el juego de luces para presentar una serie de canciones a modo de pretexto y coartada para fustigar a la sociedad actual frente al espejo de sus propias miserias.
Con el subtítulo de Un espectáculo multimierda pura, esta vez Albert Pla «sube solo al escenario; tan solo que, el pobre, tiene que cantar un montón de nuevas canciones mientras toca la guitarra, sin olvidarse de controlar el sonido y de apagar y encender los focos del escenario que cuelgan de una estructura a modo de jaula, como se una barraquilla de feria se tratase», apunta el productor.
Un paraguas unidimensional de luces para vestir una serie de canciones que cuentan historias trágicas y delirantes, cotidianas y sorprendentes, delicadas y brutales, crudas y surreales, en las que el verdugo es también víctima; la calma se transforma en tormenta; la comedia convive con la tragedia, y la serenidad desemboca en el desenfreno. «Todo para hacer evidente la estrecha línea que separa el bien del mal, el blanco del negro, el positivo del negativo. ¿Dónde esta la diferencia?». Una pregunta que Pla procura no contestar sin plantear a su vez nuevas preguntas incómodas.
El disco y el espectáculo que le acompaña está recibiendo una notable acogida por parte de público y de crítica. Prueba de ello es, por ejemplo, que el pasado mes de octubre, La diferencia estuvo programado diez días seguidos en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, colgando prácticamente todas las noches el cartel de aforo completo.
De muestra, esta opinión crítica de Maurilio de Miguel: «Albert Pla no pertenece a ningún club de la comedia reconocido. Lo suyo va más allá del pellizco iconoclasta, atendiendo a la deconstrucción de canciones que dan la espalda a cualquier credencial de juglar al uso. Y a la hora de las dramatizaciones, el exabrupto se queda corto para explicar sus dotes políticas de actos, la intencionalidad inocente y perversa, a un tiempo que explica sus textos, no poco escatológicos (...) Albert Pla apenas si rasga ya su guitarra para acompañarse en lo que cada vez son más declamaciones y menos entonaciones. Cultivando la catarse de Antonin Artaud, pero también la distancia brechtiana».