El realizador español Pedro Almodóvar sostiene que si perdiera la vista, como el protagonista de su última película «Los abrazos rotos», abandonaría el cine y se dedicaría a dirigir teatro, puesto que la voz es la «forma de expresión más potente» del ser humano.
«Pero el cine se habría acabado para mí. Para el cine necesito mis ojos», señala el cineasta en una entrevista adelantada hoy por el semanario alemán «Der Spiegel».
«Los abrazos rotos», que se estrena la próxima semana en Alemania, narra la arrebatada relación amorosa entre un director de cine, interpretado por Lluís Homar, y su musa, a la que encarna Penélope Cruz.
Almodóvar argumenta las minusvalías que habitualmente tienen los directores de cine que retrata en sus películas en su convicción de que esas discapacidades «estimulan la fantasía».
El cineasta alude además a la parálisis que afectó parcialmente al realizador italiano Michelangelo Antonioni hacia el final de su vida, pese a la cual consiguió dirigir dos películas desde una silla de ruedas.
«Podía dirigir sólo con sus ojos. Estaban llenos de vida y energía», relata.
Almodóvar, de 57 años, describe la estrecha vinculación que le une con sus películas como la que un padre siente por sus hijos.
«No tengo hijos biológicos. Hasta que cumplí 40, la idea de la paternidad me era completamente ajena, pero desde entonces me viene bastante a la mente», afirma.
El cineasta señala que pese a que ahora la adopción es «mucho más fácil» para los homosexuales, «quizá» fue siempre «demasiado egoísta» para ello.
«Ahora, de vez en cuanto, me asalta una cierta nostalgia y la compenso luchando por mis películas como un padre por sus hijos», agrega.