«El proyecto Marcas en el territorio es una saga con vocación de continuidad; y ya que se inició acá es coherente traerlo a la isla. Ya estamos gestionando la posibilidad a través de la Conselleria de Cultura». Con estas palabras, Juan García Gatica explicó a este periódico su intención, y la de su compañera Antonia Torres, de presentar en Eivissa la segunda parte de su proyecto conceptual Marcas en el territorio 1, que realizaron en 2005 con árboles muertos del municipio de Sant Josep, donde reside gran parte del año este matrimonio mixto de ibicenca y chileno artistas.
La colorista intervención de entonces fue «una forma de señalar espacios y conceptos visuales; pero también con un contenido de denuncia del abandono del campo. Lo que llevaba a una reflexión sobre el tema planteado», precisó García. En cuanto a Marcas en el territorio 2, «siguiendo la misma tónica de elegir el árbol como iconografía simbólica, tomamos el árbol quemado como denuncia de la agresión medioambiental», precisó el polifacético creador, añadiendo: «Dentro de este planteamiento, surgió la idea de llevarlo a la Patagonia chilena, porque allí se generó uno de los incendios más pavorosos de la historia de Chile, que cambió hasta la climatología».
Un proyecto viajero
Marcas en el territorio 2 se presentó en abril del pasado año en el Convent Sant Agustí de Barcelona, viajando a continuación a Chile, con la colaboración del Institut Ramon Llull (IRL), donde se exhibió durante los meses de agosto y septiembre en el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago. «Se puso en un espacio excelente que nos dejaron y causó mucho impacto, tanto por el contenido como por el planteamiento visual que le dimos», precisó García Gatica, adelantando una posible propuesta a la continuidad del proyecto: «Tenemos ya algo en embrión, digamos. Sería en la Amazonía brasileña, en la doble vertiente de la tala y la quema de bosques, que es algo realmente lacerante».
Según explica la pareja en su Propuesta land-art y vídeo-instalación interactiva, este segundo proyecto se concibió «como un laboratorio de ideas en el que el espectador, convertido en actor, debe negociar -a través de su impronta y su accionar- una posición dentro de la obra. Su acción actuará performáticamente (recordando las huellas de lo 'no significado'), quedando incorporada al espacio público, y, por consiguiente, sacándola del círculo cerrado y solipsista del anonimato. Lo que de alguna manera significa, además, que el nuevo espectador convertido en protagonista tenga la posibilidad de alterar las conclusiones del planteamiento original de la propuesta; convirtiéndose así en un performer más de la acción».
Preguntado si los recientes terremotos de Chile podrían inspirarles alguna intervención artística, el artista chileno (muy afectado por el drama), valoró: «No está en la línea de denuncia que buscamos, porque esto es un desastre natural en donde la mano del hombre no tiene mucho que ver, salvo en cuestiones secundarias. Lo que nos interesa es llevar adelante esta metáfora del árbol por el hecho, también, de que es un ser viviente», concluyó.
Una intervención de 'land-art' en una zona quemada de la Patagonia chilena
Marcas en el territorio 2 se realizó «sobre cadáveres de árboles quemados en la región de Aysén, Patagonia Chilena; producto de los pavorosos incendios forestales que arrasaron millones de hectáreas entre los años 1920 y 1960. Holocausto medioambiental que destruyó el 60% del bosque original de esa región. Sirviendo de base a la vídeo-instalación interactiva que se propone».
La obra se planteó como una acción de arte materializada en tres fases procesuales: «La investigación de la documentación histórica del hecho en sí y la toma de contacto en terreno; la acción de arte propiamente dicha; es decir, la intervención sobre un conjunto de árboles calcinados; y la realización de un vídeo que registró tanto lo precesual como la acción en sí». Vídeo que, como sucedió con Marcas de territorio 1, fue realizado por Esteban García Torres, hijo de esta pareja de artistas.
'Marcas en el territorio 1', propuesta de 'land-art' realizada en Sant Josep
En septiembre de 2005, Antonia Torres y Juan García Gatica realizaron la primera propuesta deMarcas en el territorio. Consistió en pintar con colores llamativos unos 25 árboles muertos repartidos por el municipio de Sant Josep y visibles desde la carretera.
Esta singular iniciativa de land-art se completó con una exposición en el Ayuntamiento de Sant Josep, que incluyó un reportaje fotográfico de Antonia Torres y un vídeo crativo de Estaban García Torres sobre todo el proceso del proyecto, desde la confección del catastro hasta la intervención pictórica sobre los árboles muertos.