Como informó el pasado martes este periódico, el director Günther Schwaiger ha iniciado esta semana el rodaje de su película documental Ibiza (occidente), que busca explorar a través de reconocidos dj's (Alfredo Fiorito, José Padilla, Christian Varela...) y otros personajes de la isla, la frontera entre arte y cultura de masas y hacia dónde va la actual sociedad del ocio. «No me interesa el sensacionalismo, sino entender cómo un lugar tan pequeño puede producir tantas cosas y de tal alcance global. En ese sentido, puede funcionar también como una metáfora sobre el actual estado de cosas», explicó ayer a este periódico el cineasta austríaco, galardonado en la 52ª Seminci por su documental El paraíso de Hafner, y que en 2009 rodó Arena, un trabajo sobre la tauromaquía, que pudo verse el pasado junio en La noche temática de La 2 de Televisión Española.
Schwaiger había estado algunas veces en la isla «pero hasta ahora no había profundizado sobre ella; y lo que me está provocando el acercamiento es que muchos prejuicios y clichés que se mueven a su alrededor, para mí se desmontan mucho. Creo que es una isla muy compleja, con mundos muy diferentes de gente muy contrastada», precisó el cineasta, añadiendo. «Había leído mucho sobre ella y de los músicos que trabajan aquí. Siempre he tenido una relación bastante intensa con la música electrónica, sobre todo en sus inicios. Y cuando he visto el desarrollo que está tomando en los últimos años, me pareció muy interesante el momento actual de cambio, redefinición, de asentarse en unos conceptos y abandonar otros».
«Una buena oportunidad»
Un momento, al parecer, de inflexión en la cultura del ocio que el director, productor y guionista afincado en España desde hace años considera «una buena oportunidad para hace un viaje a las cosas que están detrás. Y no sólo tratamos el mundo de las discotecas; Para mí Eivissa es muy importante por el mundo de los clubs, pero, evidentemente, no es lo único. En esta isla hay una concepción del ocio muy sofisticada y creativa; un fenómeno que es único y vanguardista. Ahí es donde yo veo su fuerza; porque el tema de las drogas y el sensacionalismo es igual en otros muchos lugares. Eso no me interesaría; poner etiquetas es lo más fácil, porque así no tienes que profundizar en el tema. Mi objetivo es acercarme al factor humano; por eso haré retratos de diferentes personajes relacionados con la isla, la música y la creación, un conjunto que forma un melting pot único en el mundo».
Con un discurso reflexivo bien elaborado y con las ideas bastante claras sobre lo que representa hoy la culture club en el panorama mundial del ocio nocturno juvenil, Günter Schwaiger no pretende con su trabajo ofrecer al espectador ningún tipo de moraleja ni de análisis especulativo. «En absoluto. Ni se trata tampoco de resolver el enigma que puede representar para mucho esta forma de ocio de tanto éxito mundial, sino de observar, escuchar y ver, tratando el tema con mucho respeto; y que luego el espectador saque sus propias conclusiones. Es la tónica de todos mis trabajos, pues mi interés principal es acercarme al factor humano», concluyó Schwaiger, con formación de etnología y arte dramático en la Universidad de Viena y cofundador y coordinador del colectivo documentalista Imágenes contra el olvido, para la recuperación de la memoria histórica de España.
«Una profunda inserción en la cultura occidental»
Günther Schwaiger explicó ayer a este periódico que el título de su película documental, Ibiza (occidente), «es provisional, de trabajo. Lo uso porque en alemán la palabra 'abendland' significa a la vez país de la noche y occidente».
En ese sentido, para el cineasta, Eivissa «es también occidente; una profunda inserción de la cultura occidental a partir del Mediterráneo, muy importante en su origen; que se nutre del oriente, de Àfrica y del norte de Europa, cuyo resultado se expresa en todas esas distintas cultural que se unen en la isla, convirtiéndola en una maquinaria de ocio perfecta, que produce mucho dinero, atrae a mucha gente y funciona como una maquinaria de reloj suizo», valoró Schwaiger, añadiendo: «Eso es también la isla, mucha libertad pero también mucha racionalidad. Y resulta sorprendente cómo puede funcionar tan bien con todos los productos negativos que contiene su cara más oscura y sensacionalista. Pero, ya te digo, lo que no cabe duda es que, sobre todo, el ocio nocturno juvenil de esta isla es un fenómeno de alcance global que merece la pena que sea estudiado y mostrado al mundo con interés y empatía», concluyó el director austríaco.