icen que de las locuras salen grandes cosas, arguye Gabriela Mayans (Alemania 1976) a la hora de presentar su primera novela, El mar en un pozo, y explicar que «la obra surge a raíz de la frustración que tengo particularmente por el tema del Deslinde de Costas de Formentera, que sigue parado o en un proceso de revisión del que no tenemos soluciones concretas». Por eso, el invierno pasado «tuve la inspiración de que debía hacer algo más para intentar solucionar el problema y busqué una historia que contar al respecto».
De ahí que Mayans decidiera buscar un sitio con un claro paralelismo con Formentera, en este caso Lanzarote, y basado en una problemática real que afecta a ambas islas como a muchos municipios costeros de España, escribió una novela en la que la única ficción es la historia de los personajess, por cuanto la situación real de la isla y sus habitantes respecto a Costas, es similar. Pero «Formentera es un sitio pequeño y si hubiera ambientado la novela aquí, se habría hecho alguna extrapolación innecesaria por lo que busqué otro escenario», apuntó.
Gabriela Mayans Vennemann, de padre formenterense y madre alemana, trabaja durante la temporada turística en el hotel familiar situado en es Pujols, uno de los más típicos y antiguos de la isla, y asegura que situó la novela, en la que también hay una historia de amor, en Lanzarote porque tenía la íntima convicción de que cuando terminara el libro el problema ya se habría solucionado; «y no quería abrir heridas que se hubieran cerrado, pero lamentablemente, no hay aún ninguna solución concreta». Lo peor para Gabriela es que «si hubiera ambientado la novela aquí no podía haber un final, no hay nada sobre la situación de los afectados por el Deslinde de Costa», precisó.
Por descontado que la autora reconoce que hay parte de sí misma en la historia. «Como todo escritor, en su primera novela siempre refleja algo de su vida. De hecho, algunos personajes están inspirados en gente allegada a mí y algunas conversaciones o situaciones que relato las he vivido o sufrido». Pese a todo Mayans asegura que no es una historia dramática, sino amena y con amores para llegar a todo el público y denunciar la injusticia de la Ley de Costas.