Desde que me jubilé, asisto a pocos actos culturales; por saturación, más bien. «Sólo me gasto si merece la pena», que dijera uno mismo en un viejo poema. Y tenía fundadas sospechas de que la gala de presentación de la nueva Asociación Cultural de la Danza de Ibiza (ACDI) iba a merecerla: porque al frente de ella están tres buenos y serios profesionales como lo son José Carayól, Nieves Portas y Clara Prats.
Así que venciendo la pereza por el bochorno del día, bajé el pasado martes al Parc Reina Sofia para disfrutar de una velada de danza que prometía un surtido variado de emociones estéticas. No sólo por los tres nombres citados, sino por el de los demás bailarines invitados a la gala, todos ibicencos y todos ellos con una trayectoria profesional de mérito, más o menos como la de los tres valientes impulsores de la iniciativa: Giselle Marimón, Rocío Osuna, Estefanía Murube, Víctor Gómez y Adrián Pineda. Con las colaboración solvente al violoncelo de Carlos Vesperinas, y la de Verónica Santos en la presentación y locución.