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El guitarrista que modernizó el flamenco descansa ya entre sus dos aguas

La viuda de Paco de Lucía Gabriela Canseco (c) acompañada por su hijo menor, Diego, y decenas de amigos y familiares, dan el último adiós al guitarrista en el antiguo cementerio de Algeciras donde ha recibido sepultura. | Efe

| Algeciras, España |

Francisco Sánchez Gómez, quien durante medio siglo paseó por el mundo el nombre artístico de Paco de Lucía, descansa ya en el cementerio viejo de su localidad natal de Algeciras (Cádiz), punto de encuentro entre el Atlántico y el Mediterráneo que inmortalizó en su famoso tema «Entre dos aguas».

Esta rumba, compuesta de manera improvisada en 1981 para completar el metraje de una grabación discográfica, según sus biógrafos, quedará para siempre unida al recuerdo de este músico que, en gran medida, dignificó, modernizó y universalizó el flamenco.

Paco, hijo de Lucía, la portuguesa, ha sido enterrado esta tarde en la orilla sur de Europa, que amaba tanto como las orillas caribeñas de Cuba y México, país éste último donde pasaba largas estancias y donde la muerte le sobrevino el pasado miércoles en forma de infarto.

Esta fusión entre mares y orillas es una constante en la biografía de este insigne guitarrista que supo combinar como nadie el flamenco con el jazz y con otros géneros musicales, como atestiguan sus grabaciones con Chick Corea o con John McLaughlin o el reconocimiento que le ha brindado Keith Richards al conocer su muerte.

Artista tímido y exigente, Paco de Lucía se ha ido a los 66 años, una edad redonda que ha servido para no pocas analogías con las seis cuerdas de la guitarra flamenca y que todos han considerado demasiado precoz para un virtuoso a quien aún le quedaba mucho por aportar al flamenco y a la música.

También ha sido unánime la comparación de críticos y aficionados de su muerte prematura con la de Camarón de la Isla, quizá su más brillante pareja en el mundo del flamenco, enterrado en la cercana población de San Fernando.

Otra característica esencial de la vida y de la carrera profesional de este andaluz cabal, tan alejado de los tópicos que asuelan a esta tierra, fue su decisiva aportación -quizá irrepetible- a la dignificación y la universalización del flamenco.

Paco de Lucía se asió de niño a una guitarra como el náufrago a un salvavidas para escapar de la miseria de su Algeciras natal, pero gracias a su trabajo metódico y a su virtuosismo ayudó a sacar los sones flamencos de las tabernas y ventas donde amenizaba las fiestas de los señoritos hasta realzarlo en los más acreditados auditorios y salas de conciertos de casi todos los continentes.

Además, fue uno de los pioneros en modernizar esta ancestral música y hacerla dialogar con el jazz y otros géneros musicales, como atestiguan su casi medio centenar de discos y producciones.

«La música de Paco consigue que imaginemos un mundo mejor», han sentenciado los Príncipes de Asturias que, junto a miles de españoles, han visitado las capillas ardientes del artista instaladas ayer en Madrid y hoy en Algeciras.

El destino ha querido que Paco de Lucía haya regresado definitivamente a su tierra natal un 28 de febrero, el Día de Andalucía.

Una conmemoración en la que ayer otro músico andaluz y universal, Miguel Ríos, escogió para evocar al guitarrista algecireño los versos que Federico García Lorca, el poeta que reivindicó el flamenco en el Concurso de Cante Jondo de 1922 de Granada, escribió en su elegía al torero Ignacio Sánchez Mejías.

«Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un andaluz tan claro, tan rico de aventura. Yo canto su elegancia con palabras que gimen y recuerdo una brisa triste por los olivos». Que la música, su música, le acompañe en su sueño eterno.

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