A las 21.00 horas de ayer el Palacio de Congresos de Santa Eulalia recibía a la prestigiosa compañía de Ballet de Moscú en la recta final de su gira de verano. Para esta ocasión el conjunto de bailarines representó la obra por excelencia del ballet clásico, El lago de los cisnes, para deleite de los 450 asistentes que completaron el aforo del auditorio de este moderno edificio situado junto al mar.
La compañía de ballet, con más de 25 años de recorrido a lo largo de todo el mundo, dejó de nuevo constancia de la perfección de su trabajo. Algo que no pasó inadvertido ante un público conmovido con el resultado de un equipo capaz de introducir al espectador en una narrativa de cuento de hadas.
A la dirección estaba el también fundador de la escuela, el bailarín ruso Timur Fayziev. Entre los papeles principales se encontraban los protagonizados por el matrimonio Cristina y Alexei Terentiev, representando de forma respectiva a Odette – Odile y el malvado Von Rothbart, Anatolie Ustimov, protagonizando al príncipe Sigfrido, y P. Raykov en el papel de bufón.
El Lago de los cisnes, obra inspirada en una leyenda teutónica, daba comienzo tras la recepción de los asistentes, propiamente ataviados para una ocasión de tal envergadura. Previo al inicio del Acto I, en la sala de exposiciones se servían bebidas y una vez acomodados, los espectadores quedaron absorbidos por la puesta en escena tras la obertura del telón.
El jardín del castillo del príncipe Sigfrido recreaba el cumpleaños del personaje protagonista en un fondo compuesto por el castillo, el lago y la luz de la Luna. En un instante, el público quedó maravillado de los colores pastel y el brillo del vestuario de los bailarines, un trabajo de la mano de Lisa Fayzieva. Poco a poco la sala fue sometiéndose a una especie de encantamiento que evocaba a un tiempo remoto de una Europa compuesta de reinos y castillos. Una muestra de fantasía y romanticismo materializados a través de la poesía de la danza.
El Acto II, Pas de deux entraba en escena a la media hora con la representación de La orilla del lago. En esta pieza se exhibe la danza de los cisnes y el dúo de amor entre el príncipe Sigfrido y la Reina de los Cisnes, Odette, que hechizada por el malvado Von Rotbart solo alcanza su forma humana entre la medianoche y el amanecer. Un mar de plumas flotaba a lo largo del escenario, en un despliegue de ejercicios de saltos y puntas de pie expuesto con maestría por el conjunto de bailarinas. Es el acto más famoso ya que es donde se interpreta el tema principal del compositor romántico Piotr Ilich Tchaikovsky.
A las 22.15 horas concluía el primer y segundo acto. Debido a la extensa duración de la obra, estructurada en cuatro actos, hubo un descanso de 20 minutos que prosiguió con la tercera y cuarta pieza hasta concluir a las 23.30 horas. El gran salón del castillo del príncipe Sigfrido y el Acto IV en La orilla del lago son los capítulos desencadenantes de la trama donde el príncipe acaba con el malvado hechicero y su muerte libera a Odette de su encantamiento.
Los aplausos al mérito y al esfuerzo retrasaron la clausura del telón y ante un público maravillado de tener la oportunidad, al menos una vez en la vida, de disfrutar de tan noble danza y de un espectáculo único.