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Navidad

El belenista Jesús González ha creado junto a su hijo la escena que se expone en Sant Antoni

Padre e hijo comparten esta tradicional vocación y han trabajado casi dos meses para lograr cada detalle.

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Ser belenista es una tradición muy arraigada en España, aunque parezca mentira» señala Jesús González y una «vocación», agrega. Jesús es oriundo de Jerez de la Frontera aunque lleva en Sant Antoni 14 años, ya se considera portmanyí e ibicenco y es indudable que sus raíces han influenciado enormemente ya que en Jerez de la Frontera existe una amplia tradición de belenistas. Recuerda que tuvo en su día la oportunidad de iniciar el primer belén municipal de Sant Antoni de la mano de la concejala Lidia Prats y ahora ya se encuentra en su séptimo año consecutivo.

La tradición familiar y amigos belenistas marcaron el camino de Jesús que a la edad de 11 años, la misma que su hijo Alejandro tiene ahora, comenzó a acercarse a los belenistas de su zona para aprender el oficio y con el tiempo desarrollar sus propias técnicas, aunque reconoce que existen maestros, escuelas y asociaciones de belenistas donde también se puede aprender este tradicional oficio.

Por su parte, Alejandro comentó que es feliz al ayudar a su padre y que incluso también aporta algunas ideas a estas obras que suelen llevar casi un mes y medio de preparación para los 6 metros de largo por 5 metros de profundidad que tiene este pesebre. Para darle forma a esta puesta en escena Jesús construye una plataforma especial, el cielo es una suerte de «tramoya» de teatro realizada en madera. Es un escenario en el que se monta una estructura de madera que se inicia por el celaje, luego se monta la iluminación que lleva el nacimiento la cual cambia cíclicamente en ‘tarde', ‘noche' y ‘amanecer'; a partir de ahí se continúa el trabajo en base a un boceto previamente realizado.

Jesús y Alejandro intentan recrear la Judea del nacimiento de Jesús donde juega un papel importante la imaginación, a veces se inspiran en paisajes ibicencos y los adapta, por ejemplo, por eso suelen tener un aire «muy mediterráneo». «Lo importante es que nos traslademos a ese siglo uno y que a los vecinos del pueblo les guste», apunta. Para recrear este Belén utilizan el porex, un circuito cerrado de agua y planteas naturales para «darle vida».

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