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Entrevista

«El director de orquesta tiene que tener psicología para conseguir de cada músico lo mejor»

Can Ventosa acoge hoy a las 19.00 horas un concierto de música clásica a cargo de la Orquesta Sinfónica Ciutat d'Evissa

Fernando Marina, director Orquesta Sinfónica Ciutat d’Eivissa. | Irene Arango

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El Patronato de Música del Ayuntamiento d'Eivissa escogió a Fernando Marina Miguel como nuevo director de la Orquesta Sinfónica Ciutat d'Eivissa por un periodo de dos años. Marina fue el ganador de un concurso público convocado en junio de 2018, al cual se presentaron inicialmente 25 candidatos con una prueba final en la que tuvo que dirigir un concierto con la que ya es su nueva formación.
Los criterios para escogerlo fueron los aspectos músico-técnicos, la organización de los ensayos, la capacidad para resolver las dificultades que surgen durante los mismos y la claridad gestual. También valoraron aspectos como el liderazgo, la empatía, el trato con la plantilla, la capacidad motivadora y el respeto hacia los músicos.
La Orquestra Simfònica Ciutat d'Eivissa es una formación municipal de carácter semiprofesional. Se creó en el Patronato Municipal en 2002 y desde sus inicios ha funcionado por un sistema rotativo entre tres diferentes directores más un cuarto director invitado que ahora se transforma, otorgando la dirección a una sola persona que trabajará de manera coordinada con los músicos y el profesorado de la Escuela de música del Patronato.
Fernando Marina Miguel estudió dirección de orquesta con Antoni Ros Marbà y Salvador Mas, y ha realizado cursos de dirección en Hungría (International Bartok Seminar) y en Francia (Academie International de Pontalier). Durante seis años fue director titulado de la Coral Càrmina de Barcelona, líder en Cataluña por su nivel de calidad. También ha sido director titular de la Orquesta de Cámara Illa de Menorca, la Orquesta de Cámara del Conservatorio del Liceu y del Taller de Ópera del Conservatorio Superior de Música del Liceu de Barcelona.
Ha dirigido en Alemania (Freiburg), en Italia (estreno en el Vaticano de la obra del Padre Martorell ‘Canticum Paschale in Rondó') y en Colombia (abriendo la temporada 2004-5 de Ópera del Teatro Colono de Bogotá). Es colaborador habitual de la Orquesta Sinfónica de les Illes Balears y ha dirigido Il Virtuosi de Roma, la Orquesta Sinfónica de Vallès, la Orquesta Pablo Sarasate, la Orquesta Sinfónica del Ampurdán-Languedoc, la Orquesta de Cámara Nacional de Andorra (ONCA), la Sinfónica del Conservatorio del Liceo y la Orquesta Sinfónica del Conservatorio Superior de las Balears.
Dentro del ámbito pedagógico, Fernando Marina ha ejercido como profesor del Conservatorio Superior de Música del Liceu y del Conservatorio Superior de las Balears.

Para empezar, nos vamos a remontar a los orígenes. ¿Cuándo se sintió atraído por la música y cuándo empezó a estudiarla?
—La música es algo innato, que sale de uno mismo. Ya sentí atracción por ella desde muy pequeñito, pero no fue hasta los 14 años que empecé a estudiar música. Al principio mis padres no lo vieron muy bien y por ello, yo incluso dije que me pagaría con mis propios ahorros mis clases, pero cuando vieron que estaba superdecidico, lógicamente, me ayudaron todo lo que pudieron, aunque me dijeron, cuando les comenté que quería dedicarme a ello profesionalmente, que me seguirían ayudando con la condición de que estudiara otra carrera, pero al ver que me iba muy bien me apoyaron completamente en mi carrera musical.

¿Con que estudios empezó y que instrumento eligió?
—Primero estudié solfeo y piano, lo cual me ayudó a entender mucho la armonía, realicé la carrera en Mallorca bajo la supervisión de Joan Moll, quién me ayudó y animó muchísimo, era uno de los mejores concertistas de piano de aquel tiempo. Durante mis estudios empecé a cantar en la Coral universitaria, lo cual me ayudó a vivir la armonía desde dentro, entré porque compartía con amigos esa misma inquietud, además de vivir las grandes obras, no solo desde el piano, me enganché y me gustó mucho. A Mallorca vinieron algunos profesores de dirección de música coral y empecé a estudiar algo de dirección coral. Después me fui a Barcelona a estudiar dos especialidades a la vez, la dirección de orquesta y de coral. Estudié dirección coral con Pierre Caoy dirección de orquesta con Antoni Ros Marbà y Salvador Mas. Pero cuando acabé mis estudios en el Liceo, repetí el curso de dirección de orquesta por mi propia elección, ya que los contenidos, no son lo más importante sino la persona con la cual se aprende. Su experiencia personal ayuda mucho. La diferencia entre las enseñanzas musicales y otro tipo de enseñanzas es que son de un profesor y un alumno para el instrumento y clases reducidas de siete u ocho para enseñanzas de dirección. Ros Marbà era en esos años el mejor director de orquesta español y Salvador Mas que en esos momentos dirigía en Alemania vino a dar los cursos a Barcelona. Antes era más difícil viajar al extranjero y fue una gran oportunidad tener a este profesor.

¿Cuándo empezó a trabajar profesionalmente y a dirigir orquestas?
—Primero me surgió la oportunidad de dar clases en el Conservatorio Superior del Liceo como profesor de análisis y después dirigí el Coro de Cámara del Conservatorio del Liceo con el que ganamos varios premios. Posteriormente dirigí el Taller de ópera del conservatorio superior de música del liceo. La ópera tiene un factor que le da más complejidad y es que los actores se mueven y están a mucha distancia, eso era un reto y suponía ganas de hacer algo más complejo y además, la ópera es apasionante.
Después dirigí durante varios años la Coral Carmina de Barcelona, que fue la más importante de esos años, en colaboración con la Sinfónica Ciudad de Barcelona y todo ello me dio la oportunidad de ver como trabajaban grandes directores como Christopher Hogwood o Ernest Martínez Izquierdo. Seguidamente fundé y dirigí la orquesta de Menorca, más tarde la orquesta de Cámara de Vila-seca y así me fueron invitando a dirigir varias orquestas. En Roma estrené en el Vaticano la obra del Padre Martorell (Canticum Paschale in Rondó) con la orquesta I Virtuosi di Roma, que fue un gran honor.

¿Cuándo vino a las Baleares, concretamente a Mallorca?
—En el 2000 me fui a Mallorca y en el 2007 salieron las oposiciones para la plaza en el Conservatorio Superior de Baleares y saqué dicha oposición, pero al cabo de tres o cuatro años cuando los músicos estábamos en plena crisis montamos un coro y una orquesta llamada 1830 y empezamos a viajar y tocar en el extranjero, ahora con esta crisis del Coronavirus está actualmente parada. Ahora sigo dando clases en el Conservatorio Superior de Baleares y también soy director de la Orquesta Sinfónica de Ibiza, pero sigo residiendo en Mallorca.

Además de una buena formación, ¿Qué más requisitos debe tener un buen director de orquesta?
—Recuerdo una frase de uno de mis profesores que al comentarle que quería dedicarme, a los veinte años, a la dirección de orquesta, me dijo que tuviera en cuenta que empezaría a ser un buen director cuando tuviera sesenta años; y se me cayó el mundo encima, pero ahora que ya estoy cerca de los sesenta lo empiezo a comprender. Un director de orquesta debe conocer muy bien la música, como mínimo un instrumento bien y conocer también bastante los otros, además, tiene que tener psicología para conseguir de cada persona lo mejor. Las dinámicas de grupo son diferentes de las individuales. El director es el único que no suena, que no hace música, pero tiene que conseguir el clima dentro del ensayo para que se creen las mejores condiciones y cada uno de lo mejor de sí y además acepten mi versión porque también estoy delante de grandes profesionales que tienen la suya propia. A parte, un director también tiene que ser un dinamizador cultural para saber cuál es el repertorio para subir de nivel a la orquesta, saber el repertorio que le puede gustar al público y conocer un gran abanico de música para saber la que ofrecerle en cada momento.

La gestualidad con la batuta, es uno de los aspectos que más llama la atención, ¿Es propia o es una técnica general que se aprende?
—Cada uno tiene una propia, pero evidentemente al principio hay una técnica que necesitas conocer y entender y son unos gestos básicos y al final no son muy difíciles, en un año o dos años se puede aprender, lo difícil no es tanto los gestos sino hacerte entender, lo importante es marcar la personalidad propia y que es lo que quiero conseguir. Vas aprendiendo y evolucionando con el tiempo, seguramente mis interpretaciones ahora no tienen nada que ver con las que hacía cuando tenía veinte o treinta años, uno va madurando, las orquestas y los grupos te van aportando muchas cosas y te van dando ideas.

¿Cómo ha resultado esta primera colaboración y primer acercamiento a la orquesta?
—Yo me he adaptado muy bien, yo tengo una ventaja que son ellos quienes me han elegido… Hay agrupaciones con las que uno se entiende en seguida y hay otras con las que ves que el feeling no es el mismo. Cuando son muy buenos profesionales la gente es muy disciplinada. Hay que saber conectar, tener mucha empatía, mucha química, también aprendes con el tiempo que hay colectivos que a vece sienten de una manera muy distinta que ves enseguida que aquello no funcionará…pero hay otros con los que enseguida hay conexión, como con este.

¿Tiene algún repertorio favorito?
—Me apasiona toda la música, una vez leí una entrevista que le hicieron a Daniel Barenboim y le preguntaron que cuál era su música favorita y dijo «la que estoy haciendo en aquel momento». A mí me gustan los grandes maestros y los grandes románticos, Beethoven, Brams, Schumann, pero también me gusta el jazz del siglo XX, por ejemplo, me gusta escuchar la música del Renacimiento o que yo no podré hacer como el canto gregoriano, escucharlo en un momento de intimidad es de una gran espiritualidad.

¿Por qué para este primer concierto ha elegido obras barrocas de Bach y Haendel??
—Primero porque son dos grandes maestros y segundo porque tenemos un condicionante de protocolo sanitario que marca un metro y medio entre instrumentos de cuerda y tres metros cuadrados de viento, con lo cual con el espacio del escenario hay que reducir el número de músicos, que ha quedado en 18. Y con estas condiciones yo propuse empezar con un programa de barroco que me parece muy interesante y yo creo que la novedad es que me he traído un concertino, Ramón Andreu, el primer violín especialista en la interpretación de música barroca ya que hay una corriente historicista que dice que los instrumentos de la época barroca se tocan un poco diferentes. Será música barroca con un poco de interpretación a la barroca antigua. Las obras que se interpretarán serán la Suite para orquesta núm. 1 en do major, BWV 1066 y la Suite para orquesta núm. 3 en re major BWV 1068 de J. S. Bach. y el Concerto grosso en si b, op. 3, núm. 2 de G. Fr. Haendel.

¿Cómo afrontan anímicamente este primer concierto?
—Estamos muy ilusionados de poder hacer música después de un año, el último concierto fue en octubre, lo que queremos es tocar. Hice la propuesta de este repertorio, fueron muy receptivos y tuvo muy buena acogida. Los músicos son muy flexibles, estamos haciendo un trabajo increíble de cambiar la manera de tocar y la afinación y espero que el público lo note.

Usted que ha trabajado con muchas orquestas, ¿Cómo encuentra el nivel de esta orquesta?
—Son muy buenos profesionales. Tenemos la generación mejor formada de los últimos cincuenta años y a pesar de ello, les cuesta mucho encontrar trabajo. En el conservatorio de Mallorca hay alumnos en el grado profesional para tener cuatro orquestas. Se ha incorporado la música para la formación de los alumnos, a lo mejor no todos esos serán profesionales, pero todos tendrán una sensibilidad musical y seguro que irán a los conciertos. Yo creo que es muy importante esa formación que se da desde los colegios y escuelas de música que es el futuro público. Una de las paradojas es que hay mucha gente formada pero en los conciertos hay poca gente todavía y tenemos que atraerlos con nuestras actuaciones.

Uno de sus objetivos es colaborar más estrechamente con el Conservatorio y la Escuela de Música ¿Cómo se llevará a cabo esta iniciativa?
—Yo quería marcar unas líneas de colaboración, por ejemplo, yo había pedido alumnos del Conservatorio de músicos de Ibiza para percusión y piano. Pero claro, no ha podido ser, ni tan solo nos cabe nuestra orquesta por cuestiones sanitarias y hay que ser precavidos y prudentes. Hay que adaptarse a las circunstancias.

¿La cultura es una inversión a largo plazo?
—Hemos echado de menos más ayuda, porque la cultura es la conciencia del país y a parte, los músicos tenemos que tener un objetivo de formación de los conservatorios, la música clásica para el futuro tiene que formar gente, invertir a largo plazo. Son los peajes de la democracia y la política que lo quieren todo a cuatro años vista y en la cultura y la educación hablamos de diez a veinte años vista…

Por último, ¿Cómo ha sido la colaboración con la administración?
—Tengo que felicitar al Patronatode Música del Ayuntamiento que ha apostado por la cultura en este confinamiento porque can Ventosa estaba cerrado cuando empezamos a organizarlo y no sabíamos a ciencia cierta si se abriría, pero nos dijeron que iban a organizarlo de todas formas, y si no podía ser en directo iba a ser ser en streaming , que es algo que ya hicieron en julio con la banda, lo cual no se ve todas las veces, algo que también tiene costes económicos y hay que reconocerles ese esfuerzo, ya que siempre nos quejamos de los políticos, pero ahora se lo tenemos que reconocer. Tenemos mucha ilusión y muchas ganas. La gente tiene muchas ganas de salir. Confiamos en que también tengan ganas de venir. Lo hacemos con toda la ilusión del mundo. La relación ha sido muy fluida con el Patronato y el Regidor de cultura está dispuesto a aceptar todas las propuestas y a seguir adelante.

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