La recuperación de la economía española se está acelerando. El incremento del PIB del 0,9% de este primer trimestre ha sido realmente importante y hace suponer que podamos finalizar el año con un aumento interanual muy próximo al 3%. Asimismo, según el cuadro macroeconómico presentado la semana pasada por el Gobierno, el crecimiento del Producto Interior Bruto para los tres próximos años se situará en unos términos muy parecidos al previsto para el presente ejercicio.
Si se cumplen estas previsiones del Gobierno nos esperan unos años de relativa bonanza económica que nos permitirán rebajar sensiblemente la actual tasa de paro que a todos los efectos sigue siendo, además del principal problema de España, intolerable e injustificable. De todas formas, aún nos queda mucho trabajo por realizar para alcanzar los 20,5 millones de empleos que teníamos en nuestro país antes de la crisis.
Es cierto, como se afirma, que el crecimiento se intensifica y que el empleo seguirá la senda ascendente iniciada el 2014. Pero debemos reconocer que en una parte no menor este crecimiento está motivado por una coyuntura internacional muy favorable como es la bajada del precio del petróleo, la depreciación del euro y las millonarias inyecciones de liquidez mensuales del BCE. Pero, ojo, al ser el consumo interno y la inversión los motores principales de este incremento del PIB, corremos el riesgo de que el talón de Aquiles de nuestra economía, que es el endeudamiento exterior (1,12 billones de euros a finales de 2014), se acentúe al empeorar el saldo de nuestro comercio exterior. Incluso existe el peligro, que no podemos descartar a priori, de que dicho déficit llegue a condicionar el crecimiento económico previsto. Solo un fuerte incremento de las exportaciones y un espectacular año turístico pueden disipar este riesgo.
Por lo que hace referencia a la creación de puestos de trabajo el Gobierno confía en superar la cifra de los 600.000 empleos netos este año, a pesar del traspiés del primer trimestre que, según la Encuesta de Población Activa, se ha saldado con la pérdida de 143.500 empleos.
De todas formas el nivel salarial del empleo que se crea es más bien precario si nos atenemos a la información que leía hace unos días de que un porcentaje muy alto de las personas actualmente ocupadas, en torno al 50%, tienen sueldos entre los 600 y los 1.000 euros. Tener trabajo es mil veces mejor que no tenerlo pero no es bueno para nuestro país que la brecha salarial siga profundizándose porque España no puede liderar el ranking de los países con más desigualdad de Europa. Corregir este desequilibrio social debería ser una de las prioridades más urgentes de nuestros gobernantes.