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Al mal tiempo, más permisividad

Joan Garau.

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En tiempos de crisis nos volvemos más tolerantes con la actividad turística. Así se desprende del estudio Economic crisis and Residents' Perception of Tourism Impacts in Mass Tourism Destination realizado por el profesor de Economía de la UIB Joan B. Garau, junto a los doctores Desiderio Gutiérrez-Taño y Ricardo Díaz-Armas de la Universidad de La Laguna.

El equipo ha realizado un completo análisis sobre la percepción de los residentes en Mallorca y Tenerife sobre el impacto que tiene la actividad turística, impactos tanto positivos como negativos. Para ello comparan dos periodos económicos bien diferentes: un primer momento en 2006 en plena expansión económica y un segundo momento en 2014 en tiempos de crisis. “Estudiamos qué percepción tienen los residentes de estas dos islas sobre los impactos de la industria turística y, en consecuencia, qué apoyo le dan”, aclara Garau.

El estudio concluye que tanto en Mallorca como en Tenerife, en épocas de crisis los ciudadanos apoyan más la actividad turística, “no porque aumente la percepción de los impactos positivos, sino que se reducen de manera significativa los impactos negativos desde el punto de vista medioambiental y social”, explica el profesor de la UIB.

Así pues, asuntos como si el turismo provoca problemas de contaminación, causa erosión de los ecosistemas locales o consume un exceso de recursos naturales, son cuestiones a las que en la actualidad los ciudadanos no prestan tanta atención como hace solo diez años. “Estamos en crisis, la economía peligra, por tanto la sociedad es menos restrictiva”, apunta Garau.

RESPONSABILIDAD. Estas conclusiones derivan a una segunda puntualización importante: “En periodos de crisis, los gestores de los destinos turísticos deberían ser más responsables sobre su actividad para evitar que se produzcan cosas que, a largo plazo, puedan poner en peligro la viabilidad y la competitividad del destino turístico en cuestión”, explica el profesor. Garau se refiere a que si la sociedad no ejerce un “control” tan exhaustivo sobre la actividad turística y sus consecuencias, deberían ser las autoridades públicas o los propios empresarios del sector los que se hicieran “corresponsables”.

Es más, el profesor de la UIB destaca la relevancia del estudio ya que en las dos islas, Mallorca y Tenerife, las conclusiones son muy similares, por lo que se pueden “generalizar” a otros destinos turísticos de masas.

El estudio parte de encuestas a 1.600 personas. Y para calibrar las percepciones tanto negativas y positivas han elaborado una escala de medición formada por 24 ítems. Estos se engloban en cuatro grandes bloques: consecuencias económicas, sociales, culturales y medioambientales.

“Vemos que tanto en el año 2006 como en 2014 no hay grandes diferencias entre las cuestiones relacionadas con la percepción de beneficios económicos. Es decir, la mayoría de los encuestados está de acuerdo en que el turismo ayuda de manera relevante a aumentar el nivel económico de los residentes, que genera impuestos, etc.”, explica Garau. “La diferencia se encuentra al preguntar cuestiones como si la actividad turística produce más inseguridad o precariedad laboral, ya que no lo valoran tan negativamente”. También las cuestiones relacionadas con el medio ambiente se ven afectadas, ya que en 2014 los encuestados tenían una menor percepción de que el turismo tuviera impactos negativos.

El pasado mes de septiembre este estudio fue galardonado con el premio al segundo mejor artículo presentado en el 6th Advances in Tourism Marketing Conferences de la Universidad de Finlandia Oriental, donde los profesores presentaron su trabajo. “Son reconocimientos muy importantes para nosotros, ya que aquí las ayudas a este tipo de trabajos son muy reducidas, por lo que vemos que nuestro trabajo es valorado”, concluye.

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