Hemos empezado un nuevo mes y el segundo del año, y aún es buen momento para poder hacer introspección y detectar qué emociones afloran.
A priori parece que emociones y coaching ejecutivo se contradigan y sin embargo están muy ligadas o deberían estarlo.
Como suelo decir, todas las personas sea cual sea el rol que tengamos “sentimos y padecemos”, otra cosa es cómo lo exteriorizamos o gestionamos.
Si a nivel individual el tema emociones sigue siendo en la mayoría de casos algo de lo que cada vez más gusta hablar, no pasa lo mismo con sentir. En las organizaciones es todavía más acentuado; hay demasiadas sombras en ese aspecto y negaciones.
Uno de los ejercicios que realizo en algunos procesos en situaciones críticas es la “técnica del despertador”, una forma de medir nuestro estado de ánimo.
Y, ¿qué es eso? Pues algo tan sencillo y potente como dejar que afloren nuestras emociones en su máxima potencia.
Un día a la semana ponemos un horario, por ejemplo un sábado de 10 a 13 h, en el cual me voy a permitir, llorar, despotricar, reír, enfadarme, entusiasmarme... Las emociones van a depender de la situación que cada uno tengamos y el momento que vivimos.
Cuando suena el despertador paro. Toca recomponerse y planificar alguna actividad que me atraiga, ahí ya entramos en la gestión de las emociones.
El objetivo es permitirnos que estas salgan y reconciliarnos y hacernos amigas de ellas para poder seguir adelante.
Venimos de una educación en donde las emociones han estado reprimidas, es el momento de decidir si quiero seguir así o hacer algo, es una oportunidad de tener más información sobre ti.
¿Voy a ser más débil porque haga esto? En absoluto, lo que tendré es la oportunidad de conocerme mucho mejor e incluso deciros que mejoramos nuestras relaciones humanas pues nos permite ser más empáticos. Podemos practicarlo tantas veces como consideremos, siempre y cuando haya un final con un tiempo determinado y limitado.
Tenemos que aprender a valorar que cada estado de ánimo, cada emoción, tiene un propósito, nos sirve para algo, lo importante es que seamos capaces de identificarlos y continuar. En lugar de decir, ¿por qué? Preguntarnos: ¿Para qué me sirve esto que me está pasando?
A lo largo de un día, las emociones van cambiando en función de cómo nos sentimos y lo que nos va sucediendo en ese día. No es lo mismo el estado de ánimo que la emoción; la primera es algo general, la segunda hay un acontecimiento concreto que lo provoca, contiene datos, persona, situación.
Un buen coach hace que se entienda de dónde viene la emoción, te acompaña para conocer de dónde proviene ese sentimiento.
Algunas sugerencias:
Las tareas y el estado de ánimo tienen que estar en el mismo nivel sino será mucho más difícil y sobre todo frustrantes realizarlas.
Pregúntate: ¿Qué emociones experimentas en tu empresa? ¿Cómo me siento? ¿Cómo se sienten los que están a mi alrededor? Os incito a que os acerquéis a vuestras emociones, detectarlas, ajustarlas y sobre todo no reprimiéndolas, en todo caso gestionarlas.
Pensar en una persona a la que queráis mucho. ¿Se lo habéis dicho últimamente, o quizá nunca se lo habéis dicho? Esta es vuestra oportunidad. Dialoga contigo mismo.