Si hay un objetivo común en nuestra sociedad balear es el de ser capaces de crear una prosperidad sostenida. Alcanzarlo, estando en un mundo en constante cambio, nos obliga a trabajar sobre nuestra competitividad. Un factor que es relativo a la evolución de las otras regiones o competidores y respecto del cual, nuestra posición se ha deteriorado en la última década, como bien documenta la Fundación Impulsa.
Para mejorar nuestra competitividad podemos trabajar en nuestra eficiencia o en nuestra capacidad de crear valor. Tradicionalmente en nuestra industria turística hemos sido muy buenos potenciando la eficiencia y no tanto en la creación de valor, lo que no es suficiente si nos atenemos a los indicadores. La industria turística es una industria transversal y, dentro de la misma, la hotelería en particular, un motor de prosperidad para el conjunto de la sociedad. Pero quizás ha llegado el momento de dar un salto cualitativo importante, el que implica que los hoteles interactúen con el conjunto de los actores económicos con los que se relacionan y que son mutuamente dependientes. Este salto supone que cada uno de los elementos de la cadena de valor no se vea solo como un eslabón aislado, sino como un componente más que se ensambla de manera conjunta con el resto para lograr un objetivo único y común, que se aprecie con claridad el proceso como un todo y no solo las partes de forma aislada. Pensemos en dos sectores claves de nuestra industria que, siendo mutuamente dependientes, trabajan de forma descoordinada: los hoteles y el sector agroalimentario local. Ambos mantienen una relación tradicional de cliente-proveedor.
En los hoteles, la gastronomía es un pilar fundamental en la satisfacción de nuestros clientes, que cada vez más aprecian lo local y auténtico. Estos con la idea de satisfacer esa demanda introducen y compran producto local, lo que, sin duda, ayuda a dinamizar el sector primario local. Ambos en su entorno tienen puntos débiles comunes como son, entre otros, la estacionalidad, poca dimensión para competir y la posición dominante de la intermediación que ocasionan que hoteleros y productores agroalimentarios por separado tengan muchas dificultades para ser competitivos. El resultado: al final, unos y otros compiten por precio y de alguna manera no se aprovecha el valor de autenticidad. Ello conduce a que se tengan que importar muchas de las materias primas que podrían producirse aquí y, consecuentemente, los campos no se cuiden ni se trabajen, lo que provoca que, poco a poco, se deteriore nuestro paisaje y se pierdan nuestras tradiciones y valores culturales.
Si los hoteles y el sector agroalimentario vieran el conjunto del proceso como propio -desde la siembra al plato- se generarían alianzas, acuerdos, proyectos… una nueva cultura transformaría nuestra industria hotelera y nuestro sector agroalimentario, resultando un sector hotelero que se diferenciaría al poner en valor nuestra autenticidad y se situaría en la cresta de la ola de la potente tendencia que es la sostenibilidad, con la consiguiente estabilidad de costes de producción, y que sería valorado por la sociedad por su importante contribución.
De otra parte, esta cultura de cooperación ayudaría y empujaría a contar con un sector agroalimentario más dinámico y emprendedor, el cual desarrollaría e introduciría nuevas técnicas y tecnologías avanzadas, sería una fuente de creación de empleo y atracción de talento, además de un garante de nuestras tradiciones y valores. Si hiciésemos esto realidad, al final lograríamos dos sectores que se refuerzan mutuamente, una economía local más diversificada, fundamentada en el valor añadido que exige esta cooperación, y que crearía más oportunidades para el empleo local.
En definitiva estoy convencido de que una de las palancas para que Balears sea una comunidad más próspera es que cada uno de los actores sean capaces de “ver no tanto los árboles, sino el bosque”, y se impliquen en desarrollar una auténtica cultura de cooperación intersectorial, que impactaría de forma positiva en nuestra competitividad y por ende en la prosperidad de nuestra sociedad.