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El turismo envilece

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Cuando llega el verano se abre la veda de la crítica al turismo en una competición por decir barbaridades. Íñigo Domínguez, en el suplemento Ideas de El País del 2 de julio, se ha posicionado bien en este concurso con una frase que habrá que recordar: "El turismo envilece los lugares y la gente", aunque más adelante matiza que el turismo no es ni bueno ni malo sino que depende de las políticas que se apliquen.

El culto Domínguez, con sus citas a Passolini a Patrick Leigh Fermor y a Elisabeth Becker, no está escribiendo, por supuesto, del turismo sino del turismo elitista, internacional y de ciudades o cultura, que no llega al diez por ciento del total. Las hordas han entrado en el Paraíso y, siguiendo la estela de Sthendal o de Henry James hace doscientos y cien años, respectivamente, hay que quejarse.

En el bien escrito artículo no aparecen Benidorm o Costa del Sol, sino Barcelona, Roma o París, como si los motores de nuestra industria turística, los que dan de comer a cientos de miles de familias, no formaran parte de este sector.

En el mismo suplemento el humorista Gallardo se marca una página entera de viñetas agresivas, bajo el título "Spain is diferent", (ignoro si la segunda efe se ha caído por maldad o por ignorancia) riéndose de este sector usando todos los tópicos posibles. No perdona ni al logo de Miró que tan dignamente nos ha representado durante los últimos 33 años.

Desde luego que hay motivos para la preocupación por la desbordante utilización del centro de ciertas ciudades y de algunos destinos -el exceso de coches de alquiler en Mallorca es un ejemplo-, sobre todo porque las autoridades miran para otra parte y cantan jubilosas los récords que se baten cada mes sin querer reconocer que, a partir de un punto, el incremento de turistas puede tener efectos negativos. Pero, y este es un gran pero, la mayor parte del sistema turístico, tanto el público como el privado, funciona magníficamente, especialmente en los destinos tradicionales de sol y playa. A lo mejor un día los medios de comunicación de este país, que tanto le debe al turismo internacional, se preocupan de verdad por transmitir la rica y variada realidad, denunciar las irregularidades y proponer mejoras que repercutan en el bienestar de todos.

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