Hace un año que la COVID-19 produjo la mayor caída registrada de la economía balear, basada en el turismo (45%-50% PIB). La llamada de auxilio del sector turístico está justificada no solo por los datos del turismo sino también por los de la economía balear. La actual crisis presenta en los dos archipiélagos españoles facetas únicas, sin parangón con otras regiones peninsulares, pues ambas economías han sufrido las peores caídas de las CC.AA. Ello indica que la excesiva dependencia sectorial en un marco insular constituye el primer factor explicativo del grado de desgracia. En 1988 decía que “si bien la insularidad no ha impedido a Balears un alto nivel de desarrollo terciario, sí ha condicionado la continuación de un modelo económico basado solo en el turismo, dificultando la diversificación que se podría esperar de las nuevas alternativas originadas por la entrada de España en la UE” (El coste de la insularidad-Cámara de Comercio de Mallorca). Si bien en todo el mundo el turismo es la actividad más afectada por la pandemia, es destacable la caída del tráfico aéreo internacional y por ello los archipiélagos españoles (90% de llegadas internacionales) sufren mayor caída receptiva que destinos peninsulares (con acceso terrestre).
El segundo factor explicativo es la estacionalidad del turismo que, tanto en destinos insulares como peninsulares es una carga socioeconómica, menor o mayor según el grado de dependencia de la actividad turística. El factor estacional es inevitable en toda actividad humana además del turismo, pero mientras que en la actividad agraria e industrial es posible almacenar los outputs producidos, en el sector servicios (turismo) cada prestación diaria perdida (estancia hotelera) es irrecuperable. Canarias tiene escasa estacionalidad anual mientras que Balears cierra su hostelería desde noviembre a abril y ello explicaría la mayor caída del turismo en Balears que en Canarias en 2020. El pasado verano Balears sufrió un parón de reservas por el repunte de la pandemia que no pudo compensar con inexistentes aumentos en temporada baja, mientras que Canarias perdiendo también gran parte de su temporada alta (invierno) pudo tener un escaso tráfico en temporada baja (verano).
Además de consideraciones sobre la gestión política de la pandemia en España, que podría ser el tercer factor explicativo, ahora es evidente que era mejorable, aunque no antes por el efecto sorpresa. Creo que merece ser citado el proyecto de habilitar zonas libres y corredores aéreos desde Alemania y Reino Unido a los archipiélagos españoles. Era posible pero fracasó, en parte por falta de visión política y tal vez por presión de algunas CC.AA. no insulares que requerían el mismo trato, por lo que no se hizo viable una ayuda a los más necesitados. Solo con diversificación económica sostenible y con limitación de camas turísticas, se hará viable mantener el actual sistema económico balear.