Recientemente se ha creado el programa «Industria Local Sostenible» (ILS), un proyecto auspiciado por el Institut d'Innovació Empresarial de les Illes Balears (IDI). Se trata de un proyecto en el que las empresas de Balears de carácter industrial se pueden adherir voluntariamente y obtener un sello o marca de garantía que garantiza que han identificado cuantitativa y cualitativamente las fuentes de emisión de gases de efecto invernadero, han calculado su huella de carbono y tienen un compromiso de llevar a cabo acciones para su reducción.
Creo que es iniciativa interesante, y entre sus ventajas cabe destacar que ayuda a eliminar sospechas sobre el greenwashing o ecoblanqueo (también llamado ecopostureo o lavado de imagen verde como forma de marketing verde de manera engañosa), puesto que se trata de un certificado con un reglamento que exige a las empresas demostrar que efectivamente se han reducido las emisiones.
La reducción de emisiones de gases de efecto invernadero es imprescindible para hacer frente al cambio climático que todos estamos padeciendo ya mismo en las Islas en forma de veranos más largos y calurosos y lluvias cortas pero intensas, clima más propio de países tropicales que del mediterráneo. Precisamente las islas, por el hecho insular, son especialmente vulnerables al cambio climático que todavía algunos niegan.
Además, se ha creado una ley autonómica en la que a partir del año 2025 el Govern de les Illes Balears elaborará presupuestos de carbono y reparto de objetivos de reducción entre los sectores de actividad que las empresas tendrán que cumplir con planes de reducción o compensación.
Precisamente hemos visto como en la última cumbre del clima de Egipto (COP27) celebrada la semana pasada, esa en la que los líderes y dirigentes mundiales asistieron en cientos de aviones privados altamente contaminantes, ha habido aspectos positivos y negativos. Lo bueno, la aprobación de un fondo destinado a financiar las pérdidas y daños climáticos para los países más vulnerables, y lo malo, no haber avanzado en la reducción de emisiones, dejando la meta del 1,5ºC frente a los que 2ºC que pedían algunos países.