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Prudencia en las Pitiüses en el final de temporada

Las grandes expectativas del principio se han ido deshinchando a medida que avanzaba el verano ya que las cifras muestran que fue como el pasado, incluso ligeramente inferior

Durante esta temporada no ha habido las aglomeraciones en las principales zonas turísticas al igual que sucedía años anteriores. | mellon

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Sensaciones extrañas y, a la vez, algo agridulces es lo que se está palpando en el sector turístico de Eivissa y Formentera. Y es que las previsiones optimistas que existían a principios de año y en las principales ferias turísticas internacionales se han ido moderando a medida que transcurrían las semanas y meses de verano y se veía que costaba, incluso, igualar los números del año pasado, que fueron absolutamente de una temporada récord.

Los últimos datos de afluencia turística ponen de manifiesto que de enero a julio, las Pitiüses han recibido algo más de dos millones de turistas (2.079.397 viajeros), lo que representa un descenso mínimo del 0,5%. En relación al gasto, en el mismo periodo los turistas se gastaron 2.304,63 millones, lo que representa un descenso del 1,06%. En paralelo, los datos de ocupación que maneja la patronal hotelera de Eivissa y Formentera ponen de manifiesto que desde mayo se ha alcanzado el 80,79% de ocupación, lo que supone 0,58% menos que en el mismo periodo que en 2023. «La temporada de 2024 está resultando ser extraordinariamente diversa e irregular según los sectores», explica José Antonio Roselló, vicepresidente de la CAEB en las Pitiüses, quien reconoce que «una visión algo pesimista de la temporada, siempre en relación con la anterior, está algo extendida. Esta situación de diversidad e irregularidad, en alguna medida, también ha afectado al sector de alojamiento, a la hotelería clásica. Las previsiones, tal vez demasiado fantasiosas, no se han cumplido».

En este sentido, el sector que más está notando esta temporada irregular es la oferta complementaria. Desde Pimeef Restauració asumen que Eivissa está «volviendo a la normalidad de antes de la pandemia de coronavirus». De hecho, reconocen que ha habido algo menos de demanda que en años anteriores, razón por la cual la falta de personal no ha sido tan importante este año. En el caso del transporte discrecional, destacan que agosto ha sido un mes «más tibio» que en 2023, con menos afluencia de clientes, y esto es debido a la corta estancia de los clientes y, a su vez, por un cambio de sus hábitos, ya que puede preferir otro tipo de transporte para sus días en Eivissa. En cuanto al comercio, la patronal de la pequeña y mediana empresa afirma que aún es pronto para valorar la temporada turística de este 2024, pero que en cualquier caso no se puede hablar de un verano negativo.

LOS PRECIOS. Uno de los comentarios y sensaciones más extendidas este año es si el incremento de precios ha mermado la llegada de turistas en detrimento de otros destinos con precios más ajustados. Pero, ¿han influido los precios en que no se hayan cumplido las expectativas iniciales? «Sí y no. La cuestión es que, al margen de los precios, veníamos de una situación muy buena, realmente excepcional, en los años 2022 y 2023, con gran recuperación en relación con el tiempo de la pandemia de coronavirus», reflexiona Roselló, quien recuerda que los «viejos del lugar, o sea aquellos profesionales con experiencia aquilatada de varios años, nos han recordado que siempre que hay competiciones deportivas, y este año hubo la Eurocopa y las Olimpiadas, la situación turística es enrarecida». Y añade: «Adicionalmente, al igual que pasa con una carrera de fondo, parece que el turismo en general se toma un respiro. No obstante, la temporada en su conjunto no se puede decir que sea mala. Digamos que, en relación con el año anterior, está siendo estable a la baja, pero con muchos matices. Obviamente, los precios, tanto en hotelería, como en otras actividades, pueden tener alguna responsabilidad».

La sensación de temporada ‘rara’ se ha extendido a todos los sectores.

REFLEXIÓN. Sobre si de cara a la temporada que viene el sector turístico debería reflexionar sobre los precios, el vicepresidente de la CAEB en las Pitiüses recuerda que el sector turístico «no es homogéneo; no son sólo hoteles», por lo que no hay una respuesta única y la reflexión corresponde en concreto «a cada empresa de acuerdo con su demanda. «Quien también debe reflexionar son el Govern, el Consell de Eivissa o el de Formentera. Estos, por disponer de mejor información y trabajar con datos agregados, pueden lanzar alguna recomendación en este sentido. Pero siempre con carácter muy prudente, pues los precios son responsabilidad de las empresas, para lo bueno y para lo malo. La función de las instituciones es coadyuvar a que el destino no sea considerado caro de manera injusta o inoportuna», precisa.

Así, destaca que cada empresa «tiene que saber dónde puede llegar en materia de precios» y recuerda la senda reformista de, por ejemplo, los establecimientos hoteleros en los últimos años. «Hay un hecho innegable: la hotelería, y la oferta complementaria en general, en Eivissa y Formentera, han mejorado mucho estos años como fruto de un proceso de inversión que ha tenido como norte el aumento de la calidad y la satisfacción del cliente. Esto tiene un efecto en los precios; no descubro nada nuevo. Ahora bien: la viabilidad del nivel de precios depende de que la demanda lo tolere».

En este punto, Roselló recuerda el «concepto esencial, que es el de la relación ‘calidad-precio’», por lo que recomienda «sentido común» y saber dónde realmente pueden llegar. Como dato a tener en cuenta, la Comisión de Ordenación Turística del Consell d’Eivissa aprobó entre el 2020 y el 2023 un total de 56 proyectos de reforma en establecimientos turísticos y de restauración por un valor de 110 millones de euros sin implicar un aumento en las plazas turísticas, pues la mayoría de los proyectos implicaban modernización y mejoras en la calidad.

LOS CAMBIOS. Tres años después de la pandemia de coronavirus que azotó y paralizó al mundo entero, el sector turístico está experimentando cambios en cuanto a hábitos. Por ejemplo, en la restauración se ha notado que si antes se salía a cenar a las 22.00 horas, tras el covid la hora se ha adelantado a las 20.30 horas o bien 21.00 horas, según explican desde la patronal de restauración pitiusa. Asimismo, se reducen los días de estancia. Según recuerda Roselló, tras la pandemia de covid se produjo el «efecto ‘catch up’ o de recuperación de tiempo perdido», fenómeno «que se va redimensionando, pero que no desaparece. Ahora se ha pasado a una situación más bien estructural en donde el turismo, no es tanto una reacción sino que ocupa un lugar preferente en los deseos de las personas y las familias».

De ahí, según explica Roselló, que esté surgiendo «un fenómeno, en cierto sentido nuevo, que es el de la llamada ‘masificación’ en numerosos destinos ya sean ciudades o territorios». Este fenómeno, según explica, se analiza en medios de comunicación «y los principales operadores del sector turístico en sentido amplio. Por eso, preocupan los temas de saturación de espacios y servicios e, incluso, evitar la banalización de los destinos. Hay mucho trabajo por hacer. Esto significa también que hay muchos sitios por visitar y que la demanda, aunque estabilizada, sigue alta.

A falta de saber con datos oficiales cómo concluirá la presente temporada turística de 2024, la principal lección que se puede extraer para la siguiente es que «nada nos cae del cielo porque sí», reflexiona el vicepresidente de la CAEB en las Pitiüses. «Hay que ganar nuestro sitio en el mercado y luchando día a día. Hay que hacer gestión de la calidad y de los precios. Nada que no se sepa».
Otra lección o reflexión de cara la próxima temporada es un toque de atención para las administraciones «con impacto en el turismo, que no pueden permanecer ausentes a ‘verlas venir’ y esperar que las cosas se arreglen solas. En este terreno, hay una patente diversidad de reacciones y actitudes. La situación de esta temporada, que no ha acabado todavía, nos invita a estar vigilantes. Seamos conscientes de que hay muchas dudas sobre si las empresas lo hacemos bien o sobre si las administraciones ejercen bien su responsabilidad». Por tanto, invita a que nadie «baje la guardia», según concluye.

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