Llevamos unos meses de noticias que han estado moviendo a las bolsas. Primero fueron los aranceles del presidente estadounidense Donald Trump en su «Día de la Liberación» y después fue la Guerra de Israel, especialmente preocupante cuando EEUU bombardeó Irán. Incluso se llegó a aprobar por parte del Parlamento iraní el cierre del Estrecho de Ormuz (ya analizamos ese escenario en esta sección). Y por si fuera poco, han vuelto los aranceles: Trump ha dicho que el 1 de agosto (tras una nueva prórroga) se pondrán en marcha. En este sentido serán dos semanas intensas de amenazas, negociaciones, sectores que sufran, otros que celebren, para luego cambiar o no…
A todo eso, bancos centrales, datos de inflación (ojo a los publicados esta semana en Estados Unidos) siguen teniendo protagonismo. Y esta semana ha empezado lo realmente importante: las empresas muestran cómo les ha afectado todo esto y cómo esperan que lo haga en el futuro. El inversor tiene que tener muy claro que compra empresas, no tipos de interés, datos de inflación, aranceles ni guerras. De hecho puede haber empresas a las que todo esto no les afecte ni poco ni mucho.
Pueden no vender nada fuera del país donde fabrican, tener un monopolio, poder subir precios sin problema… aunque es difícil que no les afecte ninguna circunstancia. De hecho es más fácil que todos estos factores les repercutan en sus beneficios.
Y eso lo sabemos cuando presentan los resultados: variación de ventas, de beneficios, márgenes, captación de clientes, costes e incluso las perspectivas (el «guidance» que tanto se escucha) se ponen de manifiesto cuatro veces al año. Durante el resto del tiempo es verdad que los analistas valoran todo esto y asignan precios objetivos y recomendaciones a las empresas. Si en el momento de presentar resultados, estos son mejores o peores de lo esperado, independientemente de si ganan mucho o poco (eso ya está previsto) el mercado reacciona, y a veces supone cambios de tendencia de su evolución en bolsa.
Como siempre, el pistoletazo inicial lo han dado los grandes bancos americanos.
Pero no solo han presentado resultados JP Morgan, Citigroup, Blackrock, Bank of New York, Bank of America, Morgan Stanley o Goldman Sachs, todos batiendo expectativas de beneficios.
También lo han hecho otras tan importantes como Johnson & Johnson, ASML, Netflix o Taiwan Semiconductor. La temporada ha empezado con sorpresas positivas pero los primeros momentos tras estas buenas noticias no han sido tan celebradas por las bolsas: el mismo martes cayeron todos los bancos americanos con la excepción de Citigroup.
Y el miércoles le pasó lo mismo a ASML (la tecnológica más importante de Europa y una de las más relevantes del mundo) a pesar de ganar mucho más de lo esperado. Estas cosas pasan a corto plazo, a veces las buenas noticias suponen una explosión de la compañía, pero normalmente el mercado se tiene que situar, algo que no pasa con las sorpresas negativas (casi siempre se castigan desde el primer segundo). Aunque las empresas que han presentado son importantes, quedan muchas por hacerlo este verano hasta que el 27 de agosto presente Nvidia (se suele considerar el cierre de la temporada).