El Congreso de EEUU logró ayer un acuerdo para sacar adelante la mayor reforma financiera de los últimos 70 años, un logro que representa un espaldarazo para el presidente Barack Obama en momentos de dificultades internas. El acuerdo, obtenido después de más de veinte horas de negociación ininterrumpidas en el Congreso, regula por primera vez los mercados de derivados, concede mayores poderes de supervisión al Gobierno, introduce protecciones para el consumidor y limita la posibilidad de que los bancos hagan apuestas arriesgadas con sus fondos.
Antes de partir hacia Canadá para participar este fin de semana en las cumbres del G8 y del G20, que agrupan a las principales economías mundiales, Obama dio la bienvenida, en una breve alocución, al acuerdo preliminar, que ahora pasará a las dos Cámaras del Congreso para su aprobación. Se trata, aseguró, de la «mayor reforma financiera en nuestro país desde la Gran Depresión», necesaria por cuanto «el crecimiento económico dependen de que contemos con un sector financiero firme y robusto».
Victoria de Obama
El acuerdo, aseguró Obama, abarca «el 90 por ciento» de lo que él había pedido cuando hace un año reclamó al Congreso que acometiera una reforma del sistema regulador financiero. «Todos hemos visto lo que ocurre cuando no hay una supervisión adecuada y poca transparencia en Wall Street... Las reformas que acomete el Congreso harán que Wall Street tenga que responder de sus actos, de modo que podamos impedir otra crisis financiera como la que hemos vivido», explicó el presidente estadounidense.
El acuerdo, que ahora pasará a las dos Cámaras del Congreso para su aprobación, representa una victoria para el presidente Barack Obama, que llegará a Canadá con la prueba de que Estados Unidos hace algo concreto para evitar las crisis financieras con impacto global. La Casa Blanca espera que las dos Cámaras aprueben el texto la semana próxima, con vistas a que Obama pueda firmar la ley antes del 4 de julio.