El Gobierno de Ecuador buscaba ayer a los responsables de la sublevación policial que desembocó en el secuestro durante varias horas del presidente, Rafael Correa, quien apuntó como instigador al ex mandatario Lucio Gutiérrez.
Inmediatamente después de su liberación, en un operativo militar en el que murieron al menos dos agentes, Correa anunció «una profunda depuración de la Policía Nacional» y afirmó que «no habrá perdón ni olvido» para lo que definió como «un intento de golpe de Estado». Ayer, unos 250 militares custodiaban la sede presidencial de Quito.
El jefe de la Policía de Ecuador, Freddy Martínez, renunció a su cargo, mientras se normaliza la situación en el país después de que agentes sublevados mantuvieran retenido casi un día entero al jefe de Estado, Rafael Correa.
Martínez había intentado calmar los ánimos durante la jornada, en la que una protesta de policías de tropa por un proyecto de ley que les reduce los beneficios salariales derivó en un intento de golpe de Estado, a juicio del gobierno.
Pese a sus esfuerzos del día anterior, el jefe policial presentó su renuncia, que debe ser aceptada por Correa para que entre en vigor, porque «un comandante incapaz de reprimir el golpe, irrespetado, maltratado, agredido por sus subalternos no puede quedarse al frente de ellos», según dijo en una rueda de prensa.
Infiltrados
Martínez dijo que sospecha que en las protestas hubo infiltrados externos que no eran policías y que llevaban el rostro cubierto. El cerco de los sublevados al hospital donde estaba el presidente terminó violentamente el jueves por la noche, cuando miembros de la Fuerza Terrestre del Ejército y del Grupo de Operaciones Especiales (GOE), un cuerpo de la policía leal a Correa, se enfrentaron a los policías sublevados y rescataron al mandatario.
En el operativo fallecieron dos personas, Froilán Jiménez, miembro del Grupo de Intervención y Rescate (GIR) y Juan Pablo Bolaños, un estudiante universitario que había ido a las inmediaciones del hospital junto con su familia a respaldar a Correa. Las cifras oficiales hablan de 27 heridos entre las fuerzas de ataque, pero no hay aún un número de posibles heridos entre los sublevados.