La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, ha sido reelegida con una abrumadora victoria en los comicios de Argentina, obteniendo un gran respaldo para extender hasta el 2015 las políticas estatistas que aceleran el crecimiento económico del país.
Fernández, con un 53,8 por ciento de los votos, consiguió un categórico aval a sus políticas heterodoxas de los últimos cuatro años, que incluyeron estatizaciones, protección a la industria y crecientes subsidios, mientras la economía se expande a un ritmo cercano al 8 por ciento pese a las críticas de sectores empresarios y de Wall Street.
La mandataria aventajó por 37 puntos porcentuales al segundo mejor posicionado en la elección, el socialista gobernador de la provincia de Santa Fe, Hermes Binner, según un avanzado e irreversible conteo.
Analistas afirman que la crisis financiera global, una posible reversión del ciclo económico que favoreció a Argentina en los últimos años e interrogantes sobre la sostenibilidad de las políticas del Gobierno, podrían crear un escenario más difícil para el segundo mandato de Fernández.
La victoria permitirá que la rama peronista que lidera Fernández recupere el control del Congreso, según proyecciones de analistas, ya que sumando a sus aliados podría lograr hasta 133 bancas en la Cámara de Diputados, cuatro más que las necesarias para conseguir quórum propio.
En el Senado el oficialismo también lograría la mayoría.
«Empieza un tiempo político con un protagonismo exclusivo y excluyente de la presidenta», dijo el analista político Fabián Perechodnik. «El resultado no deja un líder opositor con claridad», agregó.
Fernández celebró la victoria bailando en un escenario de la histórica Plaza de Mayo ante una multitud de manifestantes que gritaron su nombre y el de su fallecido esposo y antecesor en el cargo, Néstor Kirchner.
La mandataria debe anunciar en las próximas semanas quiénes serán los integrantes de su futuro gabinete, en el que tiene que reemplazar al ministro de Economía, Amado Boudou, electo vicepresidente.
Los analistas creen que la rápida designación de un equipo económico experimentado llevaría tranquilidad a los mercados financieros, que en las semanas previas a la elección asistieron a una impetuosa demanda de dólares para fugarlos del país, avivando una creciente presión sobre las reservas del Banco Central y el peso.
Hacia dentro del Gobierno, partidarios de políticas amigables con la inversión extranjera libran una solapada batalla con sectores más proteccionistas por el futuro control de la economía, según analistas.
Pocas pistas
«Yo quiero convocar a todos los argentinos a la unidad nacional, a que no nos distraigan con enfrentamientos inútiles (...) Cuenten conmigo para seguir profundizando un proyecto», dijo Fernández al hablar, emocionada, ante sus seguidores.
En un tormentoso primer mandato, la presidenta argentina mantuvo una dura puja con el poderoso sector rural y entabló una batalla con el mayor conglomerado de medios del país, el Grupo Clarín .
En las elecciones de medio término del 2009, con la economía golpeada por la crisis global, perdió la mayoría del Congreso, pero su popularidad remontó gracias al repunte de la actividad y a la súbita ola de compasión popular tras la muerte de Kirchner en octubre del 2010.
En el discurso con el que celebró su reelección, Fernández dio pocas pistas sobre sus futuros planes. Pese a ello, hizo un elíptico llamado a contener demandas salariales, en momentos que una elevada inflación levanta presiones de sindicatos para mejoras salariales.
«Un mundo turbulento, difícil, complejo que exige que todos depongamos parte de nuestras aspiraciones para poder lograr que el conjunto pueda realizarse y no solo los sectores», dijo Fernández.
El analista político Jorge Raventos, un sociólogo crítico del Gobierno, dijo que pese al llamado de la mandataria, «le resultará arduo al Gobierno conseguir un sindicalismo dócil».
La victoria electoral también dará al peronismo el Gobierno de unas 18 provincias argentinas, de un total de 24 unidades políticas en que se divide el país.
El amplio apoyo a Fernández convirtió a la mandataria -que iniciará su segundo mandato el 10 de diciembre- en la más votada en la historia de la democracia argentina desde 1973, cuando Juan Perón, fundador de su partido, obtuvo más del 60 por ciento para llegar a su tercer período de Gobierno.
Reto urgente
La gran popularidad de Fernández, una abogada de 58 años con un estilo de Gobierno hermético y centralizador que sucedió en el 2007 a su esposo Néstor, se apoya en una fuerte expansión de la economía, generosos planes sociales y subsidios estatales al transporte y la energía.
«El desafío más urgente que enfrentará la próxima administración tiene que ver con desactivar la salida de capitales», dijo el domingo en un informe la consultora Ecolatina.
«Deberá diseñar una estrategia integral que reduzca la expectativa de devaluación e inflación. Fortalecer el resultado (presupuestario) primario, moderar la expansión de la cantidad de dinero y las subas salariales deberían ser los ingredientes fundamentales de este plan», agregó.
Fernández también podría ser acechada por una temprana disputa desde dentro del dominante peronismo por la sucesión, ya que su nuevo mandato hasta el 2015 no permite una reelección sin una reforma de la Constitución.
En la provincia de Buenos Aires, un distrito clave que es hogar de casi un 40 por ciento del padrón electoral del país, el gobernador Daniel Scioli, afín al Gobierno nacional, fue reelecto por un amplio margen.
La victoria permitirá a Fernández comenzar su segundo mandato políticamente fortalecida, con una alta popularidad y con la ya fragmentada oposición más débil aún, ratificando al peronismo como fuerza dominante de la política argentina.
El variopinto movimiento fundado por Perón, que incluye liberales, nacionalistas y fuerzas de derecha e izquierda, ha gobernando a Argentina durante 20 de los últimos 22 años.