Pese a las promesas del presidente Bachar al Asad, el régimen sirio no da tregua en sus bombardeos sobre el bastión opositor de Homs, en un asedio que ayer provocó la muerte de al menos 70 personas, entre ellas 18 bebés en un hospital al dejar de funcionar sus incubadoras por el corte del suministro eléctrico, según aseguró la oposición, aunque el Gobierno lo negó.
Esta ciudad situada en el centro de Siria es blanco de disparos de mortero y obuses efectuados desde los carros de combate del ejército desde el pasado viernes, cuando según los opositores sufrió la peor masacre desde el comienzo de la revuelta contra Al Asad.
Artillería pesada
Esta escalada de la violencia motivó ayer la reacción de la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, quien denunció que Siria vive una ola de terror con el continuo asalto a Homs y el uso de artillería pesada contra la población civil.
Homs se ha convertido en uno de los mayores focos de oposición al régimen y lugar de refugio de un importante número de soldados desertores, lo que se ha traducido en una sangrienta ofensiva militar contra la ciudad que se ha saldado con más de 2.000 muertos desde el pasado marzo.