La Junta Militar egipcia blindó ayer buena parte de sus prerrogativas ante el próximo traspaso del poder ejecutivo al nuevo presidente, después de unas elecciones en las que ambos candidatos se atribuyen el triunfo a la espera de los resultados oficiales.
La campaña del islamista Mohamed Mursi cantó en la madrugada del lunes victoria por un margen de cinco puntos con más del 97% del voto escrutado, algo que fue desmentido más tarde por el equipo del exmilitar Ahmed Shafiq, que aseguró que este encabeza el recuento, si bien los resultados no se conocerán hasta mañana o el jueves.
Los medios independientes egipcios consideran que, pese al avance tardío de Shafiq en El Cairo, la diferencia conseguida por Mursi en el resto de provincias será suficiente para certificar su victoria.
En un momento de incertidumbre absoluta, todos los campos de batalla están abiertos entre los militares y los Hermanos Musulmanes, verdaderos poderes fácticos del Egipto pre y pos Mubarak.
La Presidencia, el Parlamento y la Constitución se encuentran en la disputa entre la Hermandad y los generales, más aún después de que estos hayan emitido unas enmiendas al Acta Constitucional provisional que les conceden un margen de discrecionalidad que ha llevado a algunos analistas a hablar de «golpe de Estado».
La cúpula castrense insistió en una rueda de prensa que el presidente gozará de todo el poder ejecutivo, que le será entregado, como estaba previsto, antes del 30 de junio.
«Los proyectos de ley serán remitidos del Gobierno al Consejo Superior de las Fuerzas Armadas (CSFA), que a su vez los pasará al presidente, que tendrá la última palabra para aprobarlos o rechazarlos», dijo el general Mamduh Shahin.
Sin embargo, las enmiendas dejan claro que el CSFA conservará la autonomía en las decisiones que afecten al Ejército, además del poder legislativo que ha retomado tras la disolución del Parlamento el pasado jueves.
Además, los artículos enmendados reservan a la Junta Militar la capacidad de nombrar una nueva Asamblea Constituyente si los tribunales invalidan la actual, por lo que los generales se garantizarían la llave para sentar las reglas del juego en el Egipto pos-Mubarak.