Por primera vez en la historia de la Iglesia, al menos desde que se tienen referencias escritas, un papa en plenos poderes y otro emérito se reunieron hoy, se fundieron en un abrazo y rezaron juntos «como hermanos», lo que hicieron Francisco y Benedicto XVI.
El encuentro se produjo en la residencia de Castelgandolfo, a una treintena de kilómetros al sur de Roma, donde vive Benedicto XVI desde que renunció al papado el 28 de febrero pasado y a donde viajó hoy Francisco, diez días después de ser elegido pontífice.
El papa Bergoglio partió del Vaticano a mediodía local en un helicóptero que aterrizó en el helipuerto de la residencia pontificia un cuarto de hora después.
Allí le esperaba, apoyado en un bastón, el papa Ratzinger y ambos se fundieron en un abrazo «bellísimo», según el portavoz vaticano, Federico Lombardi.
La imagen de estos dos pontífices, ambos vestidos de blanco, ha quedado para la historia.
Benedicto XVI vestía una sencilla sotana blanca y se cubría con un anorak también blanco, Francisco iba también con sotana blanca y lo único que les distinguía era la esclavina blanca y la faja del mismo color que éste llevaba.
En coche se dirigieron hasta el palacio apostólico. Francisco se sentó en la parte derecha del automóvil, el lugar tradicional que ocupa el papa, mientras que Benedicto se colocó en la izquierda.
Delante iba el prefecto de la Casa Pontificia y secretario del papa Ratzinger, Georg Ganswein.
Una vez en la residencia se dirigieron a la capilla para rezar.
Benedicto XVI le cedió el puesto de honor a Francisco y este lo rechazó diciéndole «Somos hermanos», tras lo cual los dos juntos rezaron de rodillas en el mismo banco.
Tras el rezo, se reunieron a solas en la biblioteca privada, donde conversaron durante 45 minutos.
El papa Francisco regaló a Benedicto XVI un cuadro de la Virgen de la Humildad.
Cuando se lo entregó, Bergoglio, quien intercaló el «tú» y el «usted» a la hora de hablar, dijo a Ratzinger: «Me permita, cuando lo he visto he pensado en ti por todos los ejemplos de humildad y ternura que nos ha dado en su pontificado».
Benedicto XVI le tomó las manos y le dio las gracias, a la vez que ambos señalaron que no conocían esa advocación de la Virgen.
Después del encuentro a solas, almorzaron junto a los secretarios Georg Ganswein y Alfred Xuareb.
Tras el almuerzo, Francisco regresó al Vaticano y fue despedido en el helipuerto por Benedicto XVI.
Se desconoce los temas de los que han hablado, aunque se sabe que Benedicto XVI ordenó que el dossier sobre el Vatileaks -el escándalo de intrigas, enfrentamientos y supuestos casos de corrupción- preparado por tres cardenales fuera entregado directamente al futuro papa, es decir, a Francisco.
Según el arzobispo Loris Capovilla, que fue secretario de Juan XXIII, Benedicto XVI también ha dejado a Francisco un dossier de casi 300 páginas, escrito de su puño y letra, sobre otros temas diferentes al Vatileaks, aseguró el diario italiano «La Stampa».
Sobre el Vatileaks, el portavoz Lombardi confirmó hace varios días que el informe estaba ya a disposición del papa Francisco.
Benedicto XVI creó en la primavera del pasado año una comisión formada por tres cardenales -entre ellos el español Julián Herranz- para que investigaran la filtración y publicación de documentos reservados del pontífice y del Vaticano.
Por ese caso fue detenido, condenado y después perdonado por el papa Ratzinger el que fue su mayordomo, Paolo Gabriele.
Los tres cardenales interrogaron a una treintena de personas y toda la documentación se la entregaron en diciembre pasado a Benedicto XVI, quien decidió que pasase a su sucesor.
Lombardi no descartó que durante las congregaciones preparatorias del cónclave los tres cardenales informaran a los otros, aunque, según dijeron algunos purpurados, entre ellos el peruano Juan Luis Cipriani, a Efe, recibieron «muy poca» información «y eso que la pedimos».
Esta ha sido la primera vez que Benedicto XVI y Francisco se ven personalmente, aunque ya habían hablado por teléfono en varias ocasiones.
Francisco le llamó justo después de ser elegido papa y también el 19 de marzo, día de San José, dado que el nombre de pila de Benedicto XVI es Joseph.
En estos días, Francisco en todos sus discursos ha tenido palabras de afecto para Ratzinger al que siempre llama «mi predecesor, el querido y venerado papa Benedicto XVI».
El 28 de febrero, pocas horas antes de dejar de ser pontífice, Benedicto XVI se despidió de los cardenales y dijo: «Entre vosotros está el futuro papa, al que prometo mi respeto incondicional y obediencia».