Los líderes del G8 se comprometieron a intensificar la lucha contra el lavado de dinero y las empresas fantasma que se utilizar para evadir impuestos. En la declaración final de su cumbre en Irlanda del Norte, los líderes de los ocho países más ricos e industrializados del mundo subrayaron que las empresas son motor «del crecimiento, reducen la pobreza y crean trabajos y prosperidad», por lo que «los gobiernos tienen una especial responsabilidad para promulgar leyes justas y que promocionen el buen gobierno».
El G8 insistió en que «las autoridades de todo el mundo deberían intercambiar de forma automática información para combatir la lacra de la evasión fiscal y las zonas catalogadas de paraísos fiscales». Los líderes también señalaron que se deberán cambiar las reglas que permiten a las empresas pantalla obtener esos beneficios sin pagar impuestos y que las multinacionales informen a las autoridades de qué tasas y dónde las pagan.
Sin concreción
El primer ministro británico, David Cameron, anfitrión de la cumbre, señaló que los líderes habían alcanzado un acuerdo en base a una propuesta británica, al tiempo que añadió que incrementar la transparencia sobre ese tipo de negocios era uno de los objetivos de la reunión. Las nuevas reglas, una vez que se concrete el acuerdo, dificultarán la creación de empresas pantalla en paraísos fiscales.
Por otra parte, el G8 respaldó una «transición democrática» en Siria y pidió que se celebre «lo antes posible» en Ginebra una reunión entre rebeldes y partidarios del régimen de Damasco, en busca de una «solución pacífica» al conflicto. Los jefes de Estado y de Gobierno de Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Rusia, Alemania, Francia, Canadá e Italia concluyeron la cumbre anual de dos días en Lough Erne (Irlanda del Norte).
El G8 se ha comprometido a dedicar otros 1.500 millones de dólares de ayuda humanitaria a Siria. El comunicado final contiene siete puntos sobre Siria, pero no cita expresamente al presidente de ese país, Bachar al Asad, debido al rechazo frontal del dirigente ruso, Vladímir Putin, y a las «profundas divergencias» en el seno del G8, según reconoció Cameron quien admitió que los debates fueron «complejos» y sin avances.