Sudáfrica comenzó una especie de «duelo festivo» en honor del fallecido Nelson Mandela y abrió una nueva etapa sin el hombre más decisivo de su historia. Muestra su dolor unido, sin distinción del color de la piel, todo un regalo de afecto hacia su héroe. Ese «duelo festivo» puede palparse en el antiguo gueto negro de Soweto, del que fue vecino el expresidente sudafricano, o en la casa del barrio acomodado de Houghton, también en Johannesburgo, en la que murió a los 95 años antes de la medianoche del jueves.
El premio Nobel de la Paz sudafricano Desmond Tutu ha rechazado los discursos pesimistas que auguran que la muerte de Mandela vaya a provocar el caos en el país. «¿Qué nos va a pasar ahora que nuestro padre ha muerto? ¿Será el desastre día del Juicio Final? Algunos han insinuado que tras su marcha nuestro país va a arder en llamas. El sol saldrá mañana y pasado mañana, y el siguiente día. Puede que no sea tan brillante como ayer, pero la vida seguirá», ha afirmado Tutu.
Funeral
Los preparativos para el funeral también comienzan. El presidente del Sudáfrica, Jacob Zuma, anunció que el funeral de Estado se celebrará el domingo, 15 de diciembre, en la localidad de Qunu (sureste), donde Mandela creció y ha pedido ser enterrado.
Quedan para ese momento nueve días de luto oficial, en los que las banderas ondean a media asta en todo el territorio nacional. Según informó Zuma, los sudafricanos podrán dar la última despedida al que muchos consideran el padre de la patria entre el 11 y el 13 de diciembre, cuando sus restos descansarán en el edificio Union Buildings de Pretoria, sede del Gobierno nacional.
La gran despedida popular será el 10 de diciembre, ante las 90.000 localidades del FNB Stadium de Soweto. En el estadio se produjo, el 11 de julio de 2010, la última aparición pública de Mandela, en la ceremonia de clausura del Mundial de Fútbol de 2010, cuya final se disputó en ese recinto, con triunfo de España.