El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, animó este domingo a los africanos a tomar las riendas de su propio futuro tras haber pasado «demasiado tiempo» buscando «la salvación» en el exterior y culpando a otros de los problemas del continente.
«El futuro de África depende de los africanos», dijo Obama en un discurso multitudinario pronunciado en el Safaricom Arena de Nairobi, aunque advirtió que para ello deberán tomar «decisiones difíciles», pues «el progreso exige enfrentarse con los rincones más oscuros de nuestro pasado».
Ante un público entregado, el presidente estadounidense reconoció que cada país y cada cultura tienen sus tradiciones, pero «solo porque algo forme de parte de tu pasado no significa que esté bien ni que vaya a definir tu futuro».
Sus palabras tenían un objetivo claro: la discriminación que sufren las mujeres en Kenia y en muchos otros países, tanto africanos como del resto del mundo.
«Tratar a las mujeres como ciudadanas de segunda clase es una mala tradición y los abusos sexuales o la violencia doméstica no tienen excusa; no hay razón para que chicas jóvenes sufran una mutilación genital y en sociedades civilizadas no hay lugar para los matrimonios forzosos», denunció.
Para Obama se trata de una cuestión de éxito o fracaso, ya que cualquier país que no consigue que las niñas vayan a la escuela o que las mujeres trabajen está condenado a quedarse detrás en la economía globalizada actual.
«Hay pruebas de sobra de que las comunidades que dan las mismas oportunidades a sus hijas que a sus hijos son más pacíficas, más prósperas, se desarrollan más deprisa y tienen mayor probabilidad de éxito. Y eso es tan cierto en Estados Unidos como en Kenia», sentenció.
Otra de las grandes lacras de Kenia y África en general es la corrupción, a la que el presidente estadounidense tachó de «cáncer» tolerado hasta ahora porque «siempre ha estado ahí», pero, al igual que otras tradiciones, no tiene por qué perdurar si todo el mundo pone de su parte.
«No es solo cuestión de cambiar las leyes o algo que pueda cambiar una sola persona, sino que se necesita un compromiso del país entero, líderes y ciudadanos», declaró Obama entre los aplausos de los presentes.
Ese cambio de cultura y de hábitos, recordó, solo será efectivo si «la gente corriente se levanta y dice 'basta'».
A diferencia de otras cuestiones, Obama felicitó al Gobierno keniano por el esfuerzo realizado para luchar contra el fraude y la corrupción, si bien pidió que «las personas que incumplen la ley y traicionan la confianza del pueblo deben ser procesadas».
En los últimos meses, el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, ha iniciado una campaña para investigar a políticos y altos cargos del Estado acusados de corrupción, pero, a pesar de que se publicó una lista y decenas de ellos renunciaron a sus puestos, todavía no ha habido ningún juicio.
En la misma línea de romper con el pasado, Obama pidió a los líderes kenianos que dejen de lado aquello que los separa y se centren en lo que los une, pues «la política basada en el tribalismo está condenada a dividir el país y llevarlo a la perdición», como a punto estuvo de ocurrir tras las elecciones de 2007.
«El pueblo de Kenia decidió no definirse por los odios del pasado y elegisteis una historia mejor», subrayó antes de reconocer que, si bien los esfuerzos de la gente y de los lideres políticos no habían eliminado las divisiones, la sociedad «las solucionó de manera pacífica».
Obama abandonó Kenia por la tarde para trasladarse a la vecina Etiopía, otro aliado clave de Occidente en materia de seguridad pero muy cuestionado internacionalmente en el ámbito de los derechos humanos, para reunirse con líderes etíopes y de la Unión Africana.