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El Congo, atrapado entre la guerra, la hambruna y un nuevo brote de ébola

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Los ciudadanos de la República Democrática del Congo viven desde casi siempre sometidos a uno u otro conflicto, a la constante agitación política, la hambruna y las emergencias sanitarias.

El inmenso país africano no descansa de revivir horrores. Malvive ante la constante preocupación de que se desate una guerra civil como la que acabó con cinco millones de personas entre 1997 y 2003.

Los ricos recursos naturales de RDC enfrentan a las milicias rivales, y en medio de todo esto se encuentran los ciudadanos y los niños, los más vulnerables a las inestabilidades y disturbios políticos.

El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha denunciado que al menos 770.000 niños -- la mitad de los menores de cinco años en la región --, presenta desnutrición y que 400.000 están al borde de la muerte como consecuencia del conflicto armado que golpeó la región desde agosto de 2016, si bien desde entonces ha ido remitiendo levemente.

La situación es desesperada. De acuerdo con un informe de la ONU de marzo, más de 13 millones de congoleños necesitan ayuda humanitaria, el doble que hace un año; y 7,7 millones enfrentan una grave situación de inseguridad alimentaria, un 30% más que hace un año y hay más de 4,5 millones de desplazados.

Muchos empleados de organizaciones humanitarias se quejan de que la atención mundial se haya desviado hacia las crisis de Oriente Medio, con mayor cobertura mediática.

Uno de cada diez niños no llega a cumplir su quinto cumpleaños, y 200 centros de salud han sido saqueados, quemados o destruidos durante la última oleada violenta. Los calendarios de vacunación de los niños se han interrumpido y ahora se enfrentan al cólera y al sarampión, además de a la escasez alimentaria.

Según UNICEF, 400 escuelas han sido atacadas o utilizadas para fines militares, por lo que 440.000 niños no pudieron terminar el curso escolar en 2017 y miles de menores han sido reclutados por grupos armados. De hecho, la ONU estima que el 60 por ciento de los milicianos en Kasai son menores aunque UNICEF ha conseguido la liberación de unos 1.700, a los que ofrece apoyo psicológico y ayuda.

En el informe del organismo se detalla que las milicias usan a los menores para combatir y asesinar o como escudos humanos. Los más pequeños suelen ser empleados como porteadores, cocineros o para realizar otras actividades menores.

Además, a todos ellos se les somete a un 'ritual de bautismo' en el que se les hace beber pociones alcohólicas, que en ocasiones contienen huesos humanos, y comer carne humana o insectos para que así puedan adquirir poderes sobrenaturales que se cree que les protegerán durante el combate.

La violencia forzó a cientos de miles de habitantes a abandonar sus hogares en el momento álgido. Ahora que remite en gran medida muchos están regresando a sus casas para encontrarlas destruidas. Además, muchas familias no han podido sembrar y cosechar sus tierras, en algunos casos desde hace ya tres cosechas, lo que también tiene un impacto en la alimentación de la población.

Actualmente, unos 3,8 millones de personas, entre ellas 2,3 millones de niños, necesitan ayuda humanitaria en Kasai, por lo que la agencia de la ONU ha solicitado 74 millones de euros para sus programas en Kasai durante este año.

Tienen el personal en el terreno y saben cómo resolver el riesgo inminente de muerte que corren miles de menores. El hecho de que estén regresando a sus hogares hace que sean más accesibles para recibir atención y tratamiento. Lo que necesitan son fondos, ayuda económica.

REGRESA EL FANTASMA DEL ÉBOLA

Pero para complicar aún más la vida de la población, y por si ya fuera poco la hambruna o la guerra, aparece un viejo fantasma para volver a atormentar a los congoleños: el ébola.

Las autoridades han dado paso a otra emergencia sanitaria que ya preocupa a los organismos internaciones y humanitarios: un nuevo brote de ébola que hace revivir los temores de una nueva epidemia como la que ya se cobró la vida de más de 11.000 personas entre 2013 y 2016.

El Ministerio de Sanidad de República Democrática del Congo (RDC) confirmó esta semana la muerte de 17 personas a causa de un brote de esta enfermedad y ha indicado que otras 21 personas presentan síntomas consistentes con el virus.

En su comunicado, recogido por Reuters, el Ministerio ha indicado que equipos médicos enviados a la zona han tomado muestras de los casos sospechosos, de las cuales dos han dado resultados positivos para la cepa Zaire del virus.

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado en un comunicado que está trabajando estrechamente con Kinshasa para acelerar rápidamente las operaciones y movilizar a los socios sanitarios usando el modelo exitoso de respuesta del brote similar registrado en 2017.

Por su parte, MSF ha informado de que su equipo de emergencia ya está en el lugar donde se han detectado los casos y está apoyando al Ministerio de Salud desde el sábado pasado en la "respuesta rápida y a medida" a este brote. "MSF seguirá adaptando su respuesta según las necesidades en el terreno", ha precisado la ONG.

RDC es el país con más brotes de esta fiebre hemorrágica mortal, que se detectó precisamente por primera vez en sus densos bosques tropicales en 1976 y fue bautizada por el cercano río Ébola. El actual es el noveno que registra el país africano, que vivió el último brote de la mortífera enfermedad en 2017.

La epidemia más grave hasta la fecha, sin embargo, se cebó entre 2013 y 2016 con el África Occidental --Liberia, Sierra Leona y Guinea-- y se cobró más de 11.000 vidas.

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