Decenas de miles de rusos han salido este sábado a las calles de Moscú y San Petersburgo para exigir al presidente del país, Vladimir Putin, que garantice elecciones libres y justas en el municipio de la capital y ponga freno a la violencia policial contra las protestas, que este sábado han celebrado su cuarto fin de semana consecutivo, y que se han saldado con más de 300 detenidos.
Según los observadores del grupo OVD-Info, 229 personas han sido detenidas en Moscú por 81 en San Petersburgo, junto a arrestos aislados en Rostov del Don y Bryansk.
La Policía ha cifrado los asistentes a la protesta de Moscú en unas 20.000 -- 60.000 según los organizadores y el grupo de supervisión White Counter, lo que convertiría la marcha en la más grande de los últimos ocho años --, que han avanzado por el Cinturón de los Jardines hasta concentrarse en el espacio reservado por la Policía, cerca de la avenida Sajarov, que por primera vez ha dado permiso para una marcha de este estilo.
Sin embargo, con el paso de los minutos, más de 500 personas han roto el cordón de seguridad con la intención de dirigirse a la sede de la Presidencia rusa, donde han protagonizado escaramuzas con la Policía que acordonaba el edificio.
La protesta ha ido acompañada del grito «Abajo con el zar», en referencia a Putin, que tiene en sus manos uno de los episodios de tensión más graves que se recuerdan en años. El mandatario apareció este sábado en un espectáculo de aficionados a las motos en la península de Crimea y no ha hecho comentarios.
Antes de la protesta, la Policía detuvo a la activista de oposición, Lyubov Sobol, que se ha declarado en huelga de hambre. «No podré llegar pero ya sabéis lo que tenéis que hacer», ha escrito en Twitter antes de pasar a disposición de las autoridades, que la acusan de preparar «actos provocadores» para la manifestación. Sobol fue posteriormente liberada.
La oposición reclama un mayor aperturismo de cara a las elecciones locales de septiembre tras el veto de varias candidaturas. La cita está considerada un preámbulo de las elecciones parlamentarias que tendrán lugar en 2021, en un momento en el que los sondeos reflejan una aparente pérdida de apoyo al presidente Putin.
Entre los detenidos en las últimas semanas está también el destacado opositor Alexei Navalni, condenado a 30 días de cárcel por instigar las manifestaciones y cuyo estado de salud ha sido objeto de especulaciones. Su ingreso en un hospital por una supuesta reacción alérgica llevó al entorno de Navalni a denunciar un posible envenenamiento.