El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, ha anunciado ante la Cámara de los Comunes un endurecimiento de las restricciones para hacer frente a la pandemia de coronavirus, admitiendo que el país está en un «peligroso punto de inflexión» y que es necesario «actuar» para contener el repunte de contagios que se ha venido registrando en estos últimos días.
Johnson ha admitido que es necesario un «delicado equilibrio» en el que por una parte se contemplen cuestiones de salud pública y, por otra, se garanticen los menores efectos posibles para una economía que arrastra los efectos de las sucesivas medidas adoptadas desde marzo, incluido un confinamiento nacional.
El 'premier' ha descartado un segundo confinamiento, pero ha advertido de que los ingresos en hospitales ya se han duplicado --el lunes había 1.261 ingresados en Inglaterra, frente a los 782 de la semana previa-- y la situación solo puede ir a peor conforme avancen los meses y llegue el invierno. En este sentido, aunque ha defendido la capacidad del sistema para aumentar el número de pruebas, ha advertido de que con esto solo no basta.
El discurso de Johnson ha ido variando en estas últimas semanas al tiempo que se ha reinvertido la curva de contagios, de nuevo al alza. Así, después de defender que septiembre sería el mes de la vuelta a las clases y a la oficina, ahora el primer ministro a exhortado a la población a seguir trabajando desde casa siempre que sea posible, según la BBC.
Los negocios, ha añadido, podrán seguir funcionando pero respetando nuevos protocolos, algo que se hará palpable por ejemplo en bares y restaurantes. Los establecimientos de hostelería deberán cerrar a las 22.00 horas y permitir únicamente servicio en mesa, mientras que el número de invitados a bodas cae a un máximo de 15.
«Lamento que vaya a afectar a muchos negocios que estaban empezando a remontar, pero tenemos que actuar», ha justificado Johnson ante los diputados. «Estamos adoptando medidas decisivas y apropiadas para salvar vidas mientras protegemos el empleo y los ingresos», ha explicado en otro momento de su discurso.
El 'premier' británico prevé que las nuevas normas estén en vigor seis meses y ha subrayado que «solo funcionarán si la gente cumple», razón por la cual ha anunciado que se aumentarán las multas. Las autoridades castigarán con 200 libras a quienes no lleven mascarilla en los casos en que sea obligatoria y con 10.000 libras las violaciones de la cuarentena.
Si todas estas acciones fracasan, no descarta ir más allá. «Nos reservamos el derecho a aplicar restricciones significativamente mayores», ha dicho, confiado no obstante en que no será necesario si «el comportamiento cambia» en estas próximas semanas.
Reino Unido ha venido registrando en los últimos días entre 3.500 y 4.000 nuevos casos diarios, pero los expertos del Gobierno británico ya avisaron el lunes de que, si avanza el crecimiento exponencial, a mediados de octubre podría haber hasta 50.000 positivos cada 24 horas.