El mundo financiero a escala global vive horas de vértigo tras la quiebra de Silicon Valley Bank (SVB). A pesar de que las autoridades han remarcado desde el principio que este no es Lehman Brothers, en referencia al gigante que desencadenó la crisis crediticia con ecos mundiales de 2008, el temor se ha desatado a ambos lados del Atlántico, y de hecho hay quien en estos momentos ya ha perdido mucho dinero.
Las acciones mundiales caían el martes, y entidades como Credit Suisse han activado las alarmas en un contexto en que la crisis bancaria que se avecina en Estados Unidos ha llevado a los inversores a rebajar sus expectativas, e incluso a retirar sus depósitos a miles de consumidores para llevarlos a entidades con mayor apariencia de confiabilidad. Lo han hecho incluso antes de conocer previsiones clave sobre la inflación norteamericana, y a pesar de que el Departamento del Tesoro, la Fed y la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC) anunciaran que los clientes tendrán acceso a todo el dinero depositado
No así los inversores, que se arriesgaron y perderán todo lo apostado en Silicon Valley Bank, según ha afirmado el propio presidente Joe Biden. Sin embargo, sus llamamientos a la calma no han evitado el terremoto en las bolsas de todo el mundo. Hace tan solo una semana los inversores se estaban recuperando de un golpe de realidad que llevó a muchos a asumir que las tasas de tipos de interés en todo el mundo probablemente subirían mucho más y se mantendrían así más tiempo del previsto.
Pero en menos de una semana tres bancos estadounidenses han colapsado. En particular, la quiebra del banco tecnológico Silicon Valley Bank (SVB) fue la que más sacudió la confianza de los inversores y desencadenó en EEUU una carrera hacia activos de refugio como los bonos y el oro. En Europa las bolsas percibieron los efectos de este temor, aunque en el caso de España, el daño se matizó a lo largo de la sesión del lunes, recortando la caída inicial.
Como consecuencia, los valores bancarios de todo el mundo han perdido cientos de miles de millones de dólares en cuestión de días, mientras que el mercado de deuda pública experimenta uno de sus mayores repuntes en décadas. Así el índice de acciones mundiales de MSCI bajaba un 0,5 %, en gran parte debido a los fuertes descensos de las bolsas asiáticas, mientras que las acciones europeas cedían un 0,1%, en su tercera jornada a la baja.
Muchos han establecido paralelismos con la crisis financiera de 2008, cuando los indicadores de tensión de los mercados financieros se dispararon y las bolsas se desplomaron. Sin embargo, Kit Juckes, estratega jefe de divisas de Société Générale, afirmó que la situación actual se parece mucho más a la crisis de las cajas de ahorros estadounidenses de los años 80, en la que cientos de bancos pequeños quebraron cuando la Reserva Federal subió las tasas para controlar la inflación.
SVB, que a finales del año pasado era el decimosexto mayor banco de Estados Unidos, es el mayor prestamista en quiebra desde 2008. Los detalles de su abrupto colapso siguen siendo confusos, pero el fuerte aumento de tasas de la Fed en el último año, que endureció las condiciones financieras en el sector de las «startups», en el que era un actor destacado, parece haber ocupado un lugar destacado.
Durante la noche, el índice de volatilidad VIX, apodado la «medida del miedo» de Wall Street, se acercó a máximos de seis meses y otros indicadores de tensión del mercado mostraron las primeras señales de preocupación. Un índice de volatilidad del mercado de bonos -el índice ICE BofA MOVE- tocó su nivel más alto en 14 años al cierre del lunes.
Por otra parte, la drástica revisión de las expectativas de tasas en Estados Unidos ha reducido en un 1,5 % el valor del dólar en la última semana, contribuyendo a impulsar la compra de oro, un refugio tradicional que ha ganado un 5% sólo en la última semana. Como contrapartida relativamente positiva, hay analistas que apuntan a una desaceleración del incremento de tipos de interés en el nuevo contexto tormentoso en términos financieros. En los próximos días conoceremos si el descalabro de SVB acaba aquí, o por el contrario genera efectos aun ignorados.