La auxiliar de enfermería Teresa Romero recibirá este miércoles el alta hospitalaria y protagonizará a las 13.30 horas una comparecencia sin preguntas en el Hospital Carlos III de Madrid, tras casi un mes de ingreso y después de superar su contagio del virus ébola.
Así lo han confirmado fuentes próximas a la familia, que han matizado que su intervención se producirá sin preguntas por prescripción médica.
Teresa recibirá el alta hospitalaria después de recuperarse de las secuelas que le había dejado el virus. Además, el equipo médico que la ha atendido ofrecerá una rueda de prensa a las 10.00 horas, en la que en principio no estará la paciente.
El pasado sábado, en torno a las 17.00 horas, Romero abandonó la habitación de aislamiento de la sexta planta en la que se encontraba desde el pasado 6 de octubre, cuando se confirmó el positivo por ébola. Las últimas pruebas por PCR mostraron resultados negativos de los fluidos corporales de la paciente, y fue trasladada a una habitación convencional para continuar en observación rutinaria.
El equipo médico que trata a la auxiliar de enfermería Teresa Romero anunciaba el pasado 21 de octubre que la paciente había superado la infección tras realizarle con un margen de 48 horas dos pruebas PCR en sangre con resultado negativo.
Viajará a Galicia
Una vez que salga del hospital, Teresa se irá a su pueblo, en Galicia, hasta que se desinfecte su vivienda -estas tareas comenzaron la semana pasada y durarán unos once días-. Entretanto, se pondrán en marcha las acciones legales que Romero y su marido quieren emprender para depurar responsabilidades.
Una de ellas será una demanda contra el consejero de Sanidad, Javier Rodríguez, al entender que vulneró su derecho al honor por acusarla públicamente de mentir por no informar a su médico de cabecera que había estado en contacto con los misioneros fallecidos por el virus.
Los abogados ultiman también una reclamación ante la Consejería de Sanidad por el sacrificio de Excalibur, el perro del matrimonio. Javier Limón, esposo de Teresa, aseguró tras abandonar el hospital, que Javier Rodríguez había matado a su mascota, algo que consideró como «una ejecución» y no un sacrificio.