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El uso del móvil y de las redes sociales elevan los conflictos familiares

Imagen de los iconos de Facebook y WhatsApp en un teléfono móvil. | Efe

| Madrid, España |

El uso del móvil y de las redes sociales por parte de los adolescentes es una de las principales causas por las que las familias están acudiendo a procesos de mediación para solucionar conflictos entre padres e hijos y mejorar sus relaciones a través del diálogo.

«Hay una demanda creciente de la mediación intergeneracional sobre todo de familias con adolescentes que piden ayuda para mejorar la convivencia», ha explicado el responsable de estos procesos en la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF), Gregorio Gullón Arias.

La posibilidad de acudir a un proceso de mediación ante un problema familiar, pero también ante conflictos con vecinos o laborales, es todavía una opción poco utilizada en España: sólo en el 1 por ciento de los conflictos se acude a la mediación.

Por ello, las organizaciones que trabajan en este ámbito en España y en la UE han propuesto que se declare el 21 de enero como Día Europeo de la Mediación.

Muchas familias sí que han visto en la mediación una buena opción para resolver problemas con sus hijos adolescentes y evitar que deriven en un desgaste total de la relación o incluso en violencia.

«En los últimos años han aumentado los casos de padres desorientados y confundidos porque no saben cómo actuar ante comportamientos propios de adolescentes, que se sienten incomprendidos, y ante los que se acaba reaccionando de forma inadecuada», ha dicho el representante de UNAF.

Problemas con los estudios, vinculados a las tareas de la casa y los horarios, pero sobre todo por el uso del móvil y de otros dispositivos para acceder a las redes sociales e internet, son los principales motivos por los que las familias reclaman la mediación.

«Los problemas suelen comenzar ante reacciones de adolescentes como la irritabilidad, malas contestaciones o un suspenso; los padres intentan eliminar ese síntoma y empieza el control permanente y obsesivo, ante el que los adolescentes se resisten y quieren reafirmar su autonomía», destaca el mediador.

A través de varias sesiones, a las que se someten de forma voluntaria padres e hijos, se intenta buscar un punto de encuentro y ayudar a las familias a limar sus diferencias.

Gregorio Gullón ha recordado, que a diferencia de otros tipos de mediación, en estas situaciones las partes tienen una relación asimétrica y deben convivir, por ello es importante buscar ese encuentro.

Muchos de los casos llegan derivados de los centros de orientación de los colegios, centros de salud y servicios sociales, aunque también por consejo de familias que han utilizado este servicio, que es gratuito.

La mediación familiar también aborda conflictos generados en familias con hijos adoptados, en las que hay menores reagrupados por grupos migrantes y en modelos de familias con divorcios o con uniones que aportan otros hijos.

«Sólo dos de cada diez familias abandonan el proceso de mediación», ha asegurado el responsable de UNAF, quien recomienda acudir a la mediación para evitar que los casos precisen un abordaje terapéutico, cuando derivan en situaciones ante consumo de drogas o en las que se ejerza algún tipo de violencia.

Por su parte, Ana María Pérez del Campo, coordinadora del servicio en la UNAF, ha incidido en la posibilidad de modificar lo acordado en un proceso de mediación si cambian las circunstancias familiares.

Los acuerdos que se adoptan en cualquier proceso de mediación tienen «validez plena porque se pueden elevar ante notario», ha destacado Ana Cobos, de la Federación Nacional de Asociaciones de Profesionales de Medicación (Fapromed), quien ha reclamado al Ministerio de Justicia que se incluya en la ley la obligación de informar sobre esta posibilidad antes de iniciar un procedimiento judicial.

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