La Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) considera legítimo que la administración concursal de Spanair reclame a las agencias de viajes el importe de los billetes que se vendieron en su día y no llegaron a usarse por la quiebra de la aerolínea.
Su director general para España y Portugal, Javier Valdés, ha aclarado este martes en un encuentro con periodistas, que, en el caso de quiebra de una compañía aérea, las agencias de viajes no pueden devolver el dinero de los billetes vendidos y no utilizados a sus clientes sin autorización del operador.
La administración concursal de Spanair ha exigido, vía judicial, cerca de 800.000 euros por billetes vendidos a varias agencias de viajes españolas que tachan de «absurda e injusta» dicha reclamación, ya que se trata de importes devueltos a los clientes, tras el cese de las operaciones de la aerolínea en enero de 2012.
Sin embargo, Valdés ha explicado que se trata del dinero propiedad de la compañía aérea y no de la agencia de viajes, que lo tiene en depósito y, por tanto, no puede disponer de él ni devolvérselo al pasajero sin autorización de la aerolínea.
La Iata no tiene nada que ver con el concurso de Spanair, ha afirmado, para matizar que la asociación actúa en nombre de las compañías aéreas a la hora de la liquidación de los billetes que se venden a través de las agencias, cuando ambas partes operan normalmente, pero, en el momento en que alguna de ellas se declara en concurso de acreedores, tienen que liquidar entre ellas fondos que pueda haber pendientes.
La agencias de viajes españolas se quejan no sólo de la ley concursal en el ámbito turístico, que califican de «atroz» al ir en contra de los consumidores y de las intermediarias, sino también de los avales que les exige la Iata, para garantizarse el pago, mientras que a las compañías aéreas no se les pide nada.
Según Valdés, dichos avales vienen establecidos por unas resoluciones de la Iata que son aprobadas siguiendo recomendaciones de un comité consultivo formado por agencias de viajes y compañías aéreas, y son diferentes en cada país, pero en general en Europa son mucho menores que en el resto del mundo.