La lavanda es una de las plantas nativas del mediterráneo. Su color violeta la caracteriza, así como su olor, pero también tiene otros beneficios además de dejar un buen olor en los sitios.
Para empezar, es antiinflamatoria, ya que el aceite de lavanda posee propiedades que ayudan a reducir la inflamación gracias a sus alcoholes (linanol, geraniol y borneol) y ésteres. Esta trata dolores reumáticos y lumbares, así como tortícolis, cefalea o dolor de pies.
Otro de sus beneficios es que es buena contra la depresión y la ansiedad gracias a las propiedades sedantes que tiene. Tiene una acción tranquilizante suave y podría servir también para los nervios en el estómago, mareos en los viajes o la irritabilidad
Su acción digestiva también es importante. Su efecto colerético y colagogo está hecho para las digestiones pesadas y favorece la expulsión de gases incómodos y a tener buena digestión.
Asimismo, la lavanda sirve como tratamiento para frenar la caída capilar si se aplican aceites esenciales que la contengan. Además fortalece la raíz y elimina la caspa.
Esta planta es un relajante natural, por lo que es común usarla en momentos de insomnio o cuando es difícil conciliar el sueño. Existe la creencia de que si se pone una saquito con lavanda bajo la almohada se duerme mejor.
Por último, la lavanda tiene efectos cicatrizantes y se suele aplicar para desinfectar heridas, así como acelerar su curación.