En 2019, según el informe The Global E-waste Monitor 2020, elaborado, entre otros organismos, por Naciones Unidas, en el mundo se generaron 53,6 millones de toneladas métricas de desechos electrónicos. Supone un 20% más en comparación con los cinco años anteriores.
Aparte del, evidente, daño medioambiental que de estos desechos dimana –y del que luego hablaremos– llama la atención en lo que concierne a la pérdida de metales preciosos, como oro, plata o platino. A tenor de lo apuntado en el informe, la pérdida económica por no recuperar estos materiales de la basura electrónica es de 57.000 millones de dólares.
Parece evidente que urge la creación de un método para reciclar aparatos electrónicos y extraer de ellos metales preciosos. Puede que la solución no tarde en llegar y está en los microbios. Estas formas de vida microscópicas, según publica onezero, es posible que sean capaces de extraer estos metales de los aparatos electrónicos que acaban en el vertedero.
Es una técnica que ya se usa en la minería para obtener metales de minerales, y, en el futuro, podría ser un increíble avance en pos de recuperar una buena cantidad de metales y, por ende, de dejar de maltratar al planeta.
La startup Mint Innovation, con sede en Nueva Zelanda, está trabajando en esta línea. «Surgió de la idea de que los microbios son capaces tomar un producto de desecho y convertirlo en algo valioso», apunta Thomas Hansen, gerente comercial de la compañía. El proceso, explican, comienza moliendo partes de dispositivos que contienen metal. Posteriormente sufre un proceso de lixiviación, que termina haciendo un líquido con los metales. En el caso del oro, «muy difícil de trata químicamente», agregan agua regia y los microbios. Estos actúan como una esponja y absorben el metal.
Más allá de la parte pecuniaria de elaborar un método para extraer oro de los desechos electrónicos, este debe ir acompañado de sistemas correctos de reciclaje. En la actualidad, siempre según lo apuntado en el estudio antedicho, sólo 78 países tienen alguna normativa en vigor relacionada con esta basura electrónica.
Si no se toman medidas con prontitud, los expertos barruntan que, en 2023, el mundo generará más de 74 millones de toneladas métricas de desechos electrónicos. De momento, en 2019, los refrigeradores y aires acondicionados desechados liberaron 98 millones de toneladas de CO2 equivalente a la atmósfera. Es el 0,3% del total de gases de efecto invernadero que se liberaron el año pasado.