Uno de los métodos más utilizados para combatir las altas temperaturas en verano es el uso de un aparato de aire acondicionado. Con la llegada de las primeras olas de calor, parece que la única opción para mantener el ambiente del hogar o del trabajo fresco es utilizar estos sistemas de climatización.
Sin embargo, es necesario tener en cuenta una serie de factores para hacer un uso eficiente del mismo que nos permita ahorrar energía.
La temperatura es uno de los aspectos que influye en el consumo y rendimiento de estos aparatos y, consecuentemente, en nuestro bolsillo. En este sentido, ¿cuál sería la temperatura óptima en una casa o en una oficina?
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) destaca que para lograr una sensación agradable en el interior de una vivienda, la temperatura debe estar 5ºC por debajo de la exterior. Así, una temperatura que oscile entre 24º y 26º es adecuada para combatir los efectos del calor, sin que suponga un exceso de consumo en la factura de la luz y sin que perjudique a tu salud.
En una oficina la salud y comodidad del personal de trabajo depende de múltiples factores y uno de ellos es la temperatura. De hecho, «la temperatura de confort en la oficina está enmarcada en el campo de la ergonomía en prevención de riesgos laborales y forma parte del confort ambiental, junto a la iluminación y al ruido», subrayan en Quirón Prevención.
A nivel normativo, el Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE), aprobado por el Real Decreto 1027/2007, establece los valores de temperatura recomendados en los lugares de trabajo se sitúa entre los 23 ºC y 25 ºC en verano con una humedad relativa entre el 45 y el 60%. La temperatura adecuada en invierno estaría entre los 21 ºC y 23 ºC con una humedad del 40 al 50%. Por otro lado, la velocidad del aire debe ser inferior a 0,2 metros por segundo.