Con su vuelta al mundo de la música, después de siete años sin sacar material nuevo, Carla Bruni ha concedido una de las entrevistas más íntimas a lo largo de su carrera artística a Paris Match.
Aunque parezca que se sabe todo sobre su vida, Bruni ha afirmado que no es así: «Cuando hablan de mí (en libros o documentales), no hablan de mí en su totalidad. [...] Ni mi marido ni yo somos muy adeptos a la censura y eso que han escrito montañas sobre nosotros. Que la gente diga lo que quiera».
En primer lugar, se ha sincerado sobre la relación con Sarkozy: «Soy libre estando casada y dentro de este gran amor. Pensaba que el matrimonio era una prisión. Sin embargo, te da alas».
Respetando la libertad de cada uno, da todo por la relación: «Antes estaba menos comprometida. Era un estorbo para mí misma. Finalmente, descubrí que cuando estás casado, ganas tiempo. Adoro el hecho de que mi hombre no juega jamás. Sin él no hubiera llegado tan lejos».
«Después de 13 años de amor, viajar con mi marido en un coche conducido por él, sin nadie más, improvisando, anulando todo lo que teníamos previsto para ir al mar. Sí, eso me encanta. Llegar a Knokke-le-Zoute al alba, extenuados y enamorados, me vuelve loca», ha respondido cuando le han preguntado sobre sus pasiones.
A pesar de la usual relación que existe entre las celebridades y los cambios estéticos, la italiana ha descartado cualquier retoque: «¿Para tener un aspecto raro? No. Nunca volvería a parecer tan joven como fui. Creo que es mejor hacer honor a la belleza, como canta mi amigo Jean-Louis Murat».
Además de su vida laboral, es madre de dos hijos, Aurélien (19) y Giulia (9), y son lo más importante que tiene: «Siempre puse a mis hijos por delante. Estoy muy feliz con cómo lo hice. Después, hay habitaciones que se quedan vacías».
«Ellos han crecido con ella (la fama). Se sufre cuando tus padres no te quieren, no se ocupan de ti, son distantes. Pero cuando los hijos se sienten queridos, todo va bien», ha añadido.
Por otro lado, el feminismo es esencial para ella: «Las feministas de mi generación fueron pioneras que nos aportaron la libertad de nuestro cuerpo y la libertad social, pero no soy militante».
«Yo nunca he estado en una situación amenazadora. Nunca he sido una víctima. [...] Nunca se me ocurrió subir a una habitación de hotel con un tipo como Weinstein. En nuestra generación estábamos muy atentas para poder salir corriendo», ha explicado al medio.
Dentro de su historia, la fecha del 15 de mayo de 2012 está marcado por dejar de ejercer como primera dama de Francia, para dar el testigo a Brigitte Macron: «Tejí una relación estupenda con la actual primera dama, una mujer encantadora y deliciosa».
«Una mujer a la que quiero tanto como a su marido. Es una persona fácil para entablar una relación, su personalidad invita a ello. Y para mí, el Elíseo es un lugar increíblemente mágico en el que siempre me sentí como una invitada. Caminaba sobre cristal, nunca me sentí la 'dueña' de la casa», ha sentenciado.