El PP balear no quiso preocuparse por el futuro cuando gozaba de la mayoría absoluta con Bauzá. Ahora su nuevo presidente y los que le rodean han de refinanciar su amplia y céntrica sede de la calle Palau Reial ante la alarmante pérdida de ingresos a causa del hundimiento electoral. Palma no es el único caso. En Inca han tenido que abandonar su local de la Plaça des Blanquer y buscar otro en alquiler más barato mientras los dueños se quejan de deudas y del mal estado en que los ‘populares' han dejado las instalaciones. Hace poco se vanagloriaban de poder omnímodo y ahora las pasan canutas. La política es cruel con los que sólo viven del presente.
Investigación judicial. La sede de Palma, situada justo al lado del Parlament y en sus mismas arcadas, es objeto de investigación judicial. El PP accedió a tan estupendo inmueble cuando el presidente era Jaume Matas y el gerente su cuñado Fernando Areal. Nada hay del todo resuelto sobre este caso. Sin embargo, durante su presidencia de cinco años José Ramón Bauzá, autoproclamado adalid de la transparencia y de la ética, ni investigó el asunto ni ofreció la más mínima transparencia. Al contrario, ascendió a gerente a Llorenzo García Moll, que era el contable del partido con Matas y a las órdenes directas de Areal.
El mito del pago de cuotas. El PP balear lleva mucho tiempo presumiendo de que cuenta con 15.000 afiliados. Con tal ejército este partido no tendría ningún problema financiero si sus afiliados pagasen religiosamente las cuotas a las que están obligados. La práctica demuestra que no es así en muchos casos y que el PP, al igual otras formaciones políticas, se mantiene básicamente porque sus cargos públicos entregan un porcentaje de su sueldo y por las compensaciones llegadas de las instituciones conforme a los resultados obtenidos. El PP de Bauzá no fue previsor. No articuló una sólida caja de resistencia para el caso de derrota. La soberbia del expresident ha hipotecado el futuro del partido. Ahora toca apretarse el cinturón.