La conmemoración, ayer, del Día Mundial contra la Violencia de Género ha vuelto a poner en la primera línea de actualidad una de las lacras sociales más nocivas de nuestro país y de la que, por desgracia, Balears no es una excepción. En lo que llevamos de año se han contabilizado ya en España 48 mujeres asesinadas, casi medio centenar de fracasos de las políticas contra el más vil de los machismos, contra la cerrazón de quienes siguen considerando la condición de mujer como inferior a la del hombre. En las últimas décadas se han logrado avances importantes en la equiparación de derechos, pero todavía han demasiado terreno por delante para erradicar comportamientos violentos con la única justificación de un sentimiento de posesión y superioridad del hombre sobre la mujer.
Educación y medios. La violencia machista es la expresión más dolorosa y cruel de un comportamiento ancestral, primitivo, que sólo se puede combatir con eficacia desde el ámbito de la educación, pero no sólo en las aulas, también en el seno de las familias. Desterrar las actitudes y comportamientos machistas desde los primeros momentos debe ser una tarea prioritaria para el conjunto de la sociedad española en la que, desgraciadamente, todavía perduran sectores que se muestran comprensivos ante este tipo de acciones. Todavía queda lejos la equiparación social y laboral de hombres y mujeres, a pesar de los indudables avances en esta materia, y por ello éste debería ser uno de los objetivos colectivos en la España actual en la que todavía faltan medios que protejan a las mujeres de maridos y parejas capaces de atacarles.
Protección efectiva. Frenar la escalada de víctimas de la violencia de género también obliga a perfeccionar los medios de protección de las mujeres amenazadas, facilitar las denuncias y garantizar el cumplimiento de las medidas cautelares. Es la vía más inmediata para que cese este goteo de muertes, tan crueles como inútiles. Auténticos monumentos a la sinrazón.